Ignacio Garibaldy

COLUMNA

Por Ignacio Garibaldy

Columna

RESCATE DE ESPACIOS PORNO

Con esto de que se está poniendo de moda el rescate de espacios públicos para la reconstrucción del tejido social, se me ocurre entrar en modo escritor chairo para exigir, desde mi columna, el rescate inmediato de los antiguos cines porno de Torreón, los dos que quedan casi en ruinas: Sala 2001 (Av. Hidalgo entre c. Idelfonso Fuentes y c. Treviño) y Cinema El Dorado (Prol. Treviño, col. Antigua Aceitera).

Es que ando enfermo de nostalgia por el periodo noventero temprano de 1990 a 1994 –clasificación enteramente arbitraria-, cuando todavía no existían taxis –mucho menos el servicio fresa de UBER-, sino carros de sitio y de ruta.

Los carros de ruta, que circulaban por la zona centro de Torreón, fueron fabricados entre los años setentas y ochentas. Además de tener carburador, tenían un estéreo que sólo servía para escuchar casetes y la radio. Como parte de los anuncios publicitarios, se promovía la cartelera cinematográfica del porno de la Compañía Operadora de Teatros: “Emanuel”, “Bellas y jugosas”, “Secretarias Ardientes”, “Emanuel Negra contra Emanuel Blanca”, “La porno motociclista”, “La diputada Cicciolina”, “Xaviera super sexo”. Todo este porno bajo el sistema de permanencia voluntaria –como en todos los cines de la región… la permanencia voluntaria, no el porno-, desde el mediodía hasta la media noche.

Eso quiere decir, estimados millenians, que con el costo de un solo boleto, uno podía ver más de dos películas, si así lo deseara, sin que te corrieran los pinches chamacos mecatones de gorra y playera azul con pantalón caqui.

La voz del anunciante era lo suficientemente cachonda como para despertar la curiosidad de cualquiera. En consecuencia, había que crecer hasta la mayoría de edad, soñando con entrar a esos cines.

La última parte del periodo noventero tardío, o sea 1999, fue la era de las realizaciones. Con la media cartilla militar en mano, uno podía entrar a esos cines sin mayor problema.

Los clásicos posters de las películas, tan gráficos como ellas, ya eran motivo de excitación. Y la dulcería nada confiable ni para comprar chocolates, mucho menos palomitas. Pasillos oscuros, pisos pegajosos, butacas desvencijadas, apenas iluminadas por la luz de la enorme pantalla.

Encontrar un lugar cómodo, alejado de todos aunque la sala nunca luciera llena, para comenzar a ver, a conocer a los grandes ídolos: Rocco Siffriedi, Ron Jeremy, Silvia Kristel –la actriz porno más aburrida de la historia-, la Cicciolina, Jenna Jameson –la actriz porno más bella del mundo, después de Traci Lords y Linda Lovelace (la protagonista de «Garganta profunda» 1972).

Era, y sigue siendo, un porno normal. No se conocían las recientes clasificaciones ni variedades de hardcore, softcore, anal, double penetration. Era porno normal, como dije, con su bonita y sencilla estructura aristotélica: Un hombre –plomero, mecánico, jefe de oficina, etc.- llega a la casa de una mujer –esposa, secretaria, enfermera, etc.-, se saludan y luego cogen. Y luego cogen con la prima, con la hermana, con la hija, con otro hombre… El cine que se proyectaba era de producción setentera, a lo más ochentera. El porno moderno sólo se veía en las benditas videocaseteras VHS, o en las revistas Pimienta, Hustler, y una que otra fotonovela.

¿Cuáles eran las características especiales de los cines Sala 2001 y Cinema El Dorado? No… pues… ninguna… digo… eran cines y ya. Su arquitectura no es superior a ningún otro edificio histórico de la ciudad. No pertenecieron a los grandes promotores, ni próceres laguneros. Nada más eran motivo de desahogo, de diversión clandestina de adulto.

Se preguntarán entonces, ¿para qué la haces de pedo, pinche chairo? Yo les pediré que me den chance de explicarme, represores del sistema libertario socialista.

Pido que se rescaten estos espacios porno, no para que reconstruyan en tejido social, porque eso suena a utopía, y porque ya lo hicieron antes con la zona de tolerancia, y con el Cine Nazas, ahora teatro Nazas –para sorpresa de muchos, antes fue cine porno –y que les quedó bien bonito.

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Es que había muchos hombres de mediana edad, homosexuales de closet, que conseguían lo suyo en esos cines, sentándose al lado de otro, no sin preguntar “¿está ocupado este asiento?” a sabiendas de que la sala estaba casi vacía. Y otros de plano homosexuales sinceros con lasciva mirada de pene, que preguntaban con cierta angustia “¿a poco ya te vas?” cuando veían que alguien tomaba la salida. Muy inteligentes y preclaros todos ellos.

Les juro que yo iba nada más a repasar mis lecciones de inglés: “Oh, yeah!”, Baby, baby, gimme more!” Yes!” Yes!”, y por mis primeras lecciones de italiano: “cosi, cosi”, “mi penetrare”, “mamma mía”, porque la UA de C todavía no inauguraba su Centro de Idiomas. ¡Se los juro! ¿Yo qué gano con mentirles?

La Sala 2001 adquirió notoriedad en el año 2006 de nuestra era, porque la dirección de Inspección y Verificación Municipal de Torreón, sorprendió a cuatro hombres “teniendo algún tipo de relación sexual” dentro del cine.

Estos cuatro hombres anónimos fueron puestos a disposición de los Tribunales Administrativos para que pagaran su multa. Hay aclarar que fueron multados no por tener “algún tipo de relación sexual” sino porque el reglamento de salud de aquellos años en Torreón señalaba que todo hombre y mujer que ejerciera la prostitución, debía contar con el permiso sanitario correspondiente.

El asunto es que esos cines deben ser rescatados. Da mucha pena verlos allí, todos abandonados. La Sala 2001 está cercada por rejas altas, que impiden acercarse siquiera suspirar por los tiempos antiguos como en el muro de las lamentaciones bíblico.

El Cinema El Dorado, luego de que cerró sus puertas a la calentura adolescente y al sexo desenfrenado de adultos -que no siempre se daba en las pantallas sino también en los pasillos y en la taquilla- se convirtió en un templo religioso protestante, sin sexo. Más tarde, ya con la entrada de la violencia en la región, se volvió cuartel militar, donde los soldados descansaban de sus patrullajes –el nombre del templo era Remanente Apostólico, ya no funciona como tal, pero el nombre sigue allí-, al parecer también sin sexo. No lo puedo asegurar… ya ven… hace más de tres años los niños héroes de Chapultepec se comportaban como galanes de películas porno, lo digo porque así ligaban con las desprevenidas jovencitas laguneras. No se hagan… bien que lo recuerdan…

Querida sociedad lagunera, bien sabes que se necesitan diversiones de esta clase. Y no sólo para escuchar porno a todo volumen, como Dios manda, sino para darle esa dosis de variedad a las costumbres sexuales, quizá ya un poco caducas.

Esta intención gubernamental que insiste en mostrar que La Comarca Lagunera es una zona metro de primer mundo, conlleva tácitamente una actitud moral.

Pretende borrar de la escena social todo aquello que signifique marginación. Por ello es que desde la entrada del año 2000, se observa una persecución a las costumbres sexuales “no convencionales” como la prostitución y el travestismo, y luego una mayor apertura, según las tendencias globales de tolerancia.

Las regulaciones sanitarias cambian según el estado. En la Laguna de Coahuila, por ejemplo, durante el gobierno municipal del 2003 al 2005 se prohibió y persiguió al hombre que se prostituyera vestido de mujer. Recientemente, en el Moreirato, se promueve el matrimonio homoparental.

Del otro lado del charco, en la Laguna de Durango, apenas se está discutiendo el tema del matrimonio entre homosexuales. Es que Durango es más tradicional, más católico y severo. Paradójicamente, fue tradición que Francisco García Escalante, mejor conocido como Francis, presentara su espectáculo nocturno de travestismo en el Teatro Alberto M. Alvarado, en Gómez Palacio. Y llenaba el teatro, por cierto.

Ya me desvié un poco… o demasiado… pero ha sido para bien. Creo que he encontrado un buen tema para otra ocasión: Gobierno, Sexo y Poder en La Laguna. Lo expondremos más delante, sin referencias personales. No se preocupen.

Ignacio Garibaldy

Ignacio Garibaldy

Licenciado en Filosofía. Dramaturgo egresado del diplomado en creación literaria de la Escuela de Escritores de la Laguna. Becario del FECAC en la categoría de jóvenes creadores (2006-2007). Autor de Tres tristes vírgenes (U.A. de C. Siglo XXI. Escritores Coahuilenses. Cuarta Serie. 2011). Ganador del Premio Nacional de Dramaturgia de obra de teatro para niños, niñas y jóvenes Perla Szchumacher 2022 por la obra La voz de la tierra roja.