Ignacio Garibaldy

COLUMNA

Por Ignacio Garibaldy

Columna

Cometas de la calle

Se llaman Clau y Fonsi (o Fonzi, no lo sé), integran la Compañía Cometas, y son licenciados en artes escénicas y circenses. Además, pintan caritas, hacen clown, show para adultos –eso no lo sé, pero a lo mejor sí, quién sabe-. Y, por si fuera poco, se avientan la super chinga de organizar el evento mensual llamado –con mucho acierto- Let´s Gómez.

El 17 de junio cumplieron un año de ocupar la calle con conciertos, venta de artesanías, comida, agua, refrescos; y de organizar exposiciones de artistas visuales, de cantantes, show de payasos, bailes folclóricos, incluso pasarelas de modelaje.

Hay que pensar el Let’s Gómez como un evento que forma parte de una tradición cultural gomezpalatina, o sea “la cultura de la calle”.

Aquí en Gómez Palacio, la ciudad más digna y besada por Dios, se puede ver más gente cantando y bailando en la plaza de armas que en el teatro Alberto M. Alvarado o en el Dolores del Río. Usted levanta una piedra y salen diez hip-hoperos. En cuestión de teatro, destacan las compañías Trotamundos, Tolvanera y Cometas, dedicadas enteramente al teatro callejero.

Hay otras manifestaciones artísticas de relevancia, pero las abordaré a placer en otro momento.

Entonces, estamos hablando sobre el Let´s Gómez, el nombre más apropiado para motivar a la gente a tomar la calle. De hecho, así fue en las primeras ediciones hasta que ya no se pudo tomar la calle porque en Gómez Palacio está prohibido hacerlo.

Los últimos eventos han sido realizados en la Plazoleta Fundadores, ubicada en Infierno # 666, esquina con el peor lugar para existir a las 18:00 hrs. bajo este pinche calorón.

Entonces, forma parte de una tradición cultural –en el sentido más amplio- callejera, la cual tiene éstas características: esfuerzo individual –o colectivo-; capacidad de convocatoria; poca o nula intervención del gobierno municipal; a veces hay tensión o conflicto puro con las autoridades gubernamentales; pero, sobre todo, tiene esa cualidad de integrarse a la sociedad de manera natural y directa, hasta convertirse una tradición.

La sociedad, tarde o temprano, llega a apreciar, a sentir como suya esa manifestación cultural, y se molesta cuando se perturba ése ecosistema porque siente que se le arrebata algo propio.

Si no me creen, reto a cualquiera, reto al mismo Dios, a que le meta mano a la dinámica de los cantantes de La Bohemia de la plaza de armas, a ver cómo les va.

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Hay un ansia enorme por ocupar la calle a cualquier precio: paseos culturales en ranflas y a pie, por las casas antiguas hechas de ladrillo. Hay recorridos gorderos, eloteros, nieverasperos… Todo esto según la ideología extrajera que esté in.

A mí se me ocurre organizar uno panteonero. Es decir, caminar por los lugares donde ha caído tanto muertito a causa de la violencia. Acabaríamos por dar la vuelta a la Comarca Lagunera tres veces.

¿Ven esta manga? De aquí me voy a sacar un paseo cultural de la lectura. Los invitaré a ir por los lugares en donde me he sentado a leer. O mejor, les doy un paseo por todos los expendios de cerveza que conozco. O, mejor… ¿saben qué?, ahí les va un paseo especial para evitar retenes militares y de recaudación vial.

Lo que quiero decir es que hay otros esfuerzos por tomar la calle que se sienten impostados. Incluso, metidos con calzador entre las piernas de los lagunero-duranguenses.

¿Quieren que me ponga a hablar de lo que ha sido el Festival Revueltas hasta su última edición? ¿Quieren que les recuerde a mis compatriotas las bachichas que nos han traído como grandes eventos culturales? ¿Neta, a usted le gusta ir a la plaza mayor en Torreón a estar de pie escuchado al artista de moda?

Los eventos culturales que emergen de las preclaras inteligencias de quienes nos gobiernan y que tienen como objetivo hacer que la calle se pueble de gente, por lo general están sujetos a vaivenes emocionales de los mismos gobernantes. Por lo tanto, dejan severas dudas sobre si llegarán a integrarse a la sociedad.
Yo, de plano, creo que no. Aunque digan que está de poca madre ir a un festival a ver a Maluma el felador, o los restos óseos de los Hermanos Carrión… ¡Pos guau!

Hace poco regresó a nuestras calles el Festival Lerdantino, causando más problemas que beneficios. En primer lugar no se ha hablado de la emisión de un abonito a los que les debían su lana. En segundo lugar, hubo poca presencia de artistas locales y tercero, les pagaron una baba a Los Cardencheros. ¿Así cómo? ¿Así cómo chingados?

Afortunadamente está la segunda opción, la que andan organizando Clau y Fonzi (o Fonsi, todavía no me pongo de acuerdo), el Let’s Gómez. Y esto es lo que significa, estrictamente hablando: un evento que está en proceso de integración a la sociedad gomezpalatina, sin utilizar ése discurso hueco de “reconstrucción del tejido social” que, por cierto, está más desgastado que la suela de mis zapatos.

Por lo tanto, tiene más valía que otras cosas. Eso es y nada más. Así de simple pero no por ello menos digno. Vaya cuando pueda y aplauda como lo hago yo, desde este espacio. (Acá entre nos, quiero que sepan la verdad: los Cometas se la están rifando… Soy su pinche fan).

Ignacio Garibaldy

Ignacio Garibaldy

Licenciado en Filosofía. Dramaturgo egresado del diplomado en creación literaria de la Escuela de Escritores de la Laguna. Becario del FECAC en la categoría de jóvenes creadores (2006-2007). Autor de Tres tristes vírgenes (U.A. de C. Siglo XXI. Escritores Coahuilenses. Cuarta Serie. 2011). Ganador del Premio Nacional de Dramaturgia de obra de teatro para niños, niñas y jóvenes Perla Szchumacher 2022 por la obra La voz de la tierra roja.