Cuento

Negro Didnava

Aquel mundo, tan parecido al nuestro en muchos aspectos y diferente en tantos otros, está llegando al fin del ciclo de rotación a su estrella, es decir también están por terminar su año. Ululen, un pequeño de la especie que habita aquel orbe se encuentra muy muy nervioso porque se acerca el día 52 de Breciendí (que es el último mes de su calendario) y tiene que hacer su carta a Solc Atnas.

Pareciera trivial que un niño de 7 slokis (alrededor de 7 años terrestres) tenga tanto miedo de escribir una misiva a alguna persona, pero nada de eso es irracional. Solc Atnas no es una persona, es una entidad bastante atemorizante. Si quisiera describirlo diría que se trata de una especie de demonio que se dedica a llevarse las cosas valiosas de los demás. Es por eso que Ululen está nervioso. Al cumplir sus 7 ahora él tiene que hacerse cargo de anotar lo que él quiere preservar y, lo más importante, a quienes quiere preservar, porque Solc Atnas no solo hace que desaparezcan cosas también se lleva individuos e incluso recuerdos sí se comete algún descuido.
Todos, grandes y chicos, en aquel lugar tienen que elaborar una lista que contenga las personas y cosas que desean preservar porque ese ente llega por debajo de la tierra, revisa todas las listas y si alguna persona, o alguna cosa, no está anotada en ningún lugar lo sustrae y se lo lleva al lugar más caliente del planeta de dónde no puede ser rescatado. Si por equivocación alguien escribe en el papel el nombre de alguien o alguna cosa que ya no exista entonces el flaco Sloc puede llevarse esa memoria. Se lleva ese recuerdo en venganza, por enojo, al pensar que lo quieren engañar enlistando alguien que ya no vive o alguna cosa que fue destruida.

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Varios

El pequeño sutra del árbol y del fruto

Capítulo 4: Samadhi bidibidi

¿Cuánta información puede estar contenida dentro de una casa? No hablo de discos duros ni de archivos. Hablo de cuantas cosas pueden decirnos sobre las personas que las habitan los objetos que en ella están contenidos, su disposición, el desgaste que tiene cada cosa y si hay suerte quizá algo escrito, a veces en lugares donde uno no los buscaría. Qué puede decirme sobre Beto, por ejemplo, que la chapa de la puerta del baño cercano a su habitación esté muy rota, el polvo acumulado dice que desde hace mucho tiempo y al parecer por una patada desde afuera. Que me puede decir que en la sala solo sea el sillón individual el que tiene el asiento ablandado y haya una pila de revistas y libros en la mesita de justo al lado. Sé muy bien lo que me dice que su alacena este llena de harina de trigo caducada y que haya dos paquetes de 50 velitas de cumpleaños nuevas dentro de su refrigerador. Hay una foto de mamá y mía en su mesita de noche, y otra foto de Julia, mi madre y yo más reciente también ahí y sé muy bien lo que esas fotos quieren decir. Aunque también hay algunas otras cosas que parecen un misterio, como el block parado que por ninguna razón está en fondo del zaguán. Seguir leyendo

Varios

El pequeño sutra del árbol y del fruto

Capítulo 3: Mara

Fue casi irreal mi encuentro con el abogado. La dirección era de calles cercanas al mercado antiguo de la ciudad. No hallé lugar para estacionarme cerca y tuve que caminar bastantes cuadras recorriendo todo un sector de la ciudad que por poco había olvidado. En mi camino me crucé con un rarámuri vendiendo cigarros y cargadores de iphone, una señora que anunciaba a todo pulmón un veneno “la solución contra las garrapatas”, más adelante una mujer quincuagenaria rapeaba con una base del Cartel de Santa e invitaba a la gente a sentarse en una fonda. Durante todo el trayecto hubo basura, charcos, el olor de perfumes con mucho pachuli, agua de rosas, colonia de flor de naranjo, todos esos aromas mezclados con el olor de las frituras y en las esquinas se les sumaba el hedor de los desperdicios. Las fachadas estaban atestadas de letreros de boticas, de yerberías, anuncios de gente que soba, gente que quita el latido, que levanta la mollera y también de lectura de las cartas y de las manos; todos pintados con colores muy brillantes y aderezados con personajes que nada tienen que ver con lo anunciado como Piolín, Spiderman y Pedro Picapiedra. Y entre dos letreros de ese tipo, debajo de uno de los edificios antiguos de la ciudad, a una puerta y un pasillo largo era a donde me llevaba la dirección que me habían dado. Tras caminar un buen trecho todo cambió. Toqué el timbre de un interfón color titanio en una puerta de seguridad y al escuchar el zumbido entré a otro mundo. Seguir leyendo

Varios

El pequeño sutra del árbol y del fruto

Capitulo 2: Piri piri van van… Parinirvana … o algo así

Todos tratamos de representar algún papel, o al menos eso parece la mayoría del tiempo. Algunas veces nos aferramos a él hasta que no lo podemos seguir manteniendo más, hasta que el mundo nos dice que ya basta; la mayoría de las veces de maneras que no son agradables. Lo hacemos porque es fácil, quizás porque nos hemos habituado, nos aferramos a ciertas cosas hasta que un brusco cambio se sucede y nos obliga a abrir las manos y soltarlas. Quedamos confusos, sin saber qué hacer ni que partes de nosotros que no conocían los demás quedarán expuestas y en carne viva cuando la representación ha terminado. Al menos eso pasó con mamá, y por añadidura con Gustavo, cuando le dije que Beto que ya no estaba más.

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Varios

El pequeño sutra del árbol y del fruto

Capítulo 1: Betosattva

Estoy casi seguro que durante el periodo que va de 1960 a 1999 todas las personas, ya sea por moda o curiosidad, probaron alguna droga (desde cosas naturales, como la mariguana y la ayahuasca, hasta sustancias que no llegaron a tener nombre y sólo quedaron en las formulas químicas no sin antes dejar alguna banda arriba del avión), adoptaron algunas de las prácticas New Age (cosas como acomodar su casa según el Feng Shui, creer en el zodiaco o buscar el sentido de sus vidas en el Tarot) o se convirtieron en cierta medida a alguna religión exótica (ampliaron su panteón con los Orishas, se convirtieron al budismo, adoptaron la cosmovisión del taoísmo o en algunos casos hasta pertenecieron a sectas narco satánicas). Todos en mayor o menor medida le hicimos al Madrake alguna vez con alguna de esas ondas. En el caso de Beto fueron todas esas cosas y muchas más. Y yo no tengo ni idea de cómo alguien oriundo de uno de los pueblitos más recónditos de Zacatecas, de Palmillas, un pueblo donde lo único que hay son nopales, llegó a ser parte de una comuna en California y tampoco la manera en que terminó sus días en una pequeña y olvidada ciudad al norte de México donde no pasa nada como Torréon.

No puedo decir que esté enojado con él, ya no. Seguir leyendo

Columna

El onvre de la marcha

Hace unos cuantos días leí un breve articulo en la revista digital Antes de Eva titulado ¿Por Qué No Queremos Onvres En Las Marchas Feministas? donde se exponía por qué algunas feministas no desean la presencia de personas de sexo masculino marchando en su mismo contingente. La autora proporciona sus razones y las valida, además habla del victimismo de algunos individuos que simplemente no entienden la razón y la ideología del feminismo, o mejor dicho de la corriente del feminismo a la que la autora pertenece. Para ser sincero yo me cuento entre esos desinformados que no tienen idea del proyecto y la lucha que están realizando en mi país las mujeres.

Sé que los feminicidios y los crímenes sexuales se incrementan y se vuelven más brutales, lo cual me provoca terror al pensar en todas las mujeres que conozco, sobre todo al darme cuenta que este aumento tiene tintes de ser un fenómeno que va en proceso de institucionalización en nuestra sociedad. Cada vez se emiten más alertas de desapariciones para menores de mi ciudad, en el noticiero de Yuriria Sierra se hablo ya de una casa de seguridad, ubicada en una localidad colindante a la mía, con todas las trazas de ser un cuartel de trata de blancas y del 2000 hasta ahora se ha tenido noticias de dos sujetos y una pandilla/grupo de agresores sexuales en mi ciudad. Siempre sin encontrar al/los culpables, es como si los delincuentes simplemente se evaporaran o se dejara se seguir esta clase de noticias por alguna oscura razón.

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Columna

Rancio descollado caballero

Hay momentos en que pienso en la cantidad de fantasmas que pululan en México. Desde (los más recientes) el grupo de 43 estudiantes, siguiendo con la centena de millar del sexenio de Calderón, viajando a través de los centenares de muertas en Cd. Juárez; pasando al ir más hacia el pasado por clérigos y candidatos (El cardenal Posadas, el de Colosio que vive aún), ilusiones de elecciones fallidas, indígenas (Acteal) y universitarios (La matanza olímpica de Tlatelolco 68) hasta llegar a aquellos muertos de las luchas históricas (revolución, independencia y conquista). Muertos que regresan, que nos acechan, que aparecen en billetes, en pintas, en nombres, en actitudes y comportamientos. Quién no ha visto a alguien llorando en un árbol a lo Cortés, a un (o una) Malinche tratando de ligarse desesperadamente a la inglesa o francesa de intercambio (solo por ser extranjeras), quien no ha escuchado a un político “Peje” de tan mesiánico y sobre todo quién no ha visto a alguien actuando exactamente igual a Don Chingón. Seguir leyendo

Columna

No soy negro, soy prieto.

En México no hay muchas personas de raza negra, cualquier extranjero de raza africana sabe que su presencia no es común porque en todos lados termina siendo el centro de atención. En los últimos años las condiciones económicas desfavorables que se viven en Centroamérica han ido impulsando a cada vez más personas a aventurarse rumbo a Estados Unidos en busca de trabajo. Muchos de estos inmigrantes tienen raíces africanas, pero solo los vemos de paso (buscando caridad en los cruceros ferroviarios). Pero no es de economía de lo que quiero hablar, este texto hablará acerca del color de la piel y mi confusión.

Yo soy de piel morena, bastante, es decir: soy prieto. Si por tu mente pasa, estimado lector, por un momento alguna sensación desagradable o idea acerca del por qué no dejarlo solo en moreno, por qué tener que escribir “prieto”, entonces sabré que voy por buen camino y tú sabrás que algo nos pasa a los mexicanos con esa palabra; que va cargada de significados, de prejuicios. Seguir leyendo

Columna

¿Poesía? ¿Para quién?

Hace unos días leía el encabezado de un periódico de circulación nacional que lanzaba la pregunta acerca de para quien se escribía la poesía en el país; argumentaba ya la introducción que en el país hay poetas, premios, pero no hay difusión ni un programa de fomento a la lectura efectivo. Que todos: académicos, editores y escritores concordaban en que la escaza distribución era el principal de los males. En ese punto abandoné la lectura (mi licencia lectora me lo permite y yo aplico ese privilegio cuando vislumbro que lo que estoy leyendo continuará de manera insustancial); según un comentario de un conocido el texto efectivamente arrojaba cifras de dinero (cosa que no se debe hacer cuando se habla de poesía pues se lee barato, sin clase) otorgados a los creadores y de la falta de editoriales y la mala leche de las librerías.

Ese texto por irrelevante que fuera tuvo una muy buena pregunta ¿Para quién, o qué, se escribe poesía? Y creo que eso es lo importante, lo de exhibir al gobierno y a las editoriales no resolverá nada. Lo importante es preguntarse por qué razón o en qué tipo de lector se piensa cuando se escribe poesía, cuando la escriben los poetas mexicanos contemporáneos.

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