Cuento

Tronco

“las personas parecen vivir pero también parecen muertas”

La esquina posee un poste.

Nadie recuerda desde cuando está ahí. A veces sirve de informante, forrado de papeles, un collage natural. Otras veces es militante político con toda esa propaganda pegada a su piel, o un buscador de animales, personas, cosas así. Seguir leyendo

Cuento

Comité de huelga

Salí corriendo como un gamo. Ni siquiera la urgencia de mis tripas gruñonas me detuvo, el día anterior solo había fumado y tomado coca cola. En el camino de regreso desde México a Monterrey en camión, apenas si dormí, fueron 12 horas muy largas con diversos acompañantes por intervalos en el camino. El hombre que se sentó a mi lado casi al final de mi llegada era varonil y guapo, aunque solo lo miré en una ocasión y eso de perfil. Los asientos, por ergonomía de los camiones de pasajeros, son cachondamente incómodos y él ranchero guapo Seguir leyendo

Cuento

La ciudad nocturna

Al principio nadie lo notó. Los días continuaron igual que siempre. Luego poco a poco fuimos constatando que el alba cada vez era menos luminosa y que las mañanas no eran tan brillantes. La gente dijo que se trataba de las nubes, pero no había ninguna de éstas, o al menos no las suficientes como para que opacaran la luminosidad del día. Luego dijeron que era la contaminación. Pero después comenzamos a advertir que de pronto los días eran demasiado oscuros, demasiado sombríos. El cielo cada vez se hacía más negro, más opaco hasta que la noche nos cubrió con su melancolía. Seguir leyendo

Cuento

Nostalgia

1

Esa noche me habían invitado unos compañeros de la oficina a tomar unos tragos en el Ambassador, un bar para ejecutivos. No era la primera vez que iba, pero había dejado de hacerlo definitivamente después de la muerte de mi esposa Anastasia. Para ese entonces, ella tenía un año de fallecida y estaba cerca nuestro hipotético segundo aniversario. Su muerte me dolió mucho. Me hizo muy susceptible a sufrir fuertes depresiones. Estaba aburrido. Perdí a mis amigos. Lo único que hacía era inventarme los recuerdos de lo que no pude vivir con Anastasia; las cosas que nos faltaron por hacer, las cosas que nos faltaron por tener y, esa noche, por alguna razón, estaba cansado de ella. La odiaba. Necesitaba distraerme. Seguir leyendo

Cuento

Cortometraje

Caminaba con el paso más lento que podía. Lo hizo así a pesar de que la distancia entre el centro y su casa era bastante larga, pero el ambiente tenía un aire opaco que no se distinguía si era debido al clima o al smog. Mientras caminaba iba dejando su mente en blanco, distraída por cosas mínimas como el vuelo de los pájaros hacia las copas de los árboles o los efectos del viento sobre las hojas. Se dejaba llevar como perdida en medio de la ciudad, pero sin perder nunca el rumbo. Tomaba decisiones imprevistas sobre la dirección que debía tomar pero sin alejarse mucho de la ruta. Seguir leyendo

Cuento

Cielo Naranja

Amanecer

Cielo naranja, un amanecer lejano, fresco, encender el auto. Mi madre sube al auto, le digo algunas palabras, el silencio la ofende más que unas palabras cortantes. Una vez que llegamos a su trabajo voy a comprar el desayuno. Camino en automático. Ir a comprar gorditas, tengo la esperanza de ver a alguien interesante. Seguir leyendo

Cuento

El cuarto número 5

Después de un largo día de mucho sol sobre la cara, de gran calor deslizándose por las aceras derretidas, escurriendo millones de personas a cada minuto, después del sudor evaporado en su salinidad confundiéndose con la tierra que flotaba caliente, después de diez horas de prisas y de pesados movimientos para ir de un lado a otro buscando tal vez en el lugar incorrecto. Seguir leyendo

Cuento

Un epígrafe de Joseph Roth

Hace tiempo conocí a un tipo llamado Andreas Kartak que tuvo la suerte de recibir doscientos francos de la nada. Un caballero se le acercó y sin más le entregó el dinero. Andreas por su puesto titubeó un poco; como clochards nos acostumbramos a no confiar en las personas. Pero, amigo, quién puede rechazar tal suma; en especial cuando nos aburrimos de beber las sucias aguas del Sena. El caballero aquel resultó ser devoto de Santa Teresita de Lisieux, y le dijo que lo único que tenía que hacer era devolver ese dinero al cepillo de la santa, cuando pudiera. Los demás nos quedamos azorados ante tal ofrecimiento. Seguir leyendo

Cuento

El rayo forzado

La doncella chapoteaba desnuda en el río, ni siquiera notó que en la orilla, cerca de donde había dejado su peplo, un asno montaba sexualmente a un potro blanco.

El asno se quedó ahí cuando termino lo suyo, el otro animal huyó hacia el bosque maltrecho por dentro a causa del sexo del burro y entró en una cueva.

De la cueva salió poco tiempo después un hombre barbado y ya viejo, haciéndose el desentendido iba silbando y rengueaba terriblemente volviendo lento su paso.

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—Nunca más, nunca más… que se me quite de una buena vez esta costumbre—pensó al recordar el miembro del asno.

¿Habiendo tantas mujeres, diosas, ninfas, qué necesidad tenía de arriesgarse a que un incidente así se repitiera? El riesgo era inaceptable, sobre todo para él: el padre de los dioses.

Cuento

Clueca

El huevo vestido con un frac se veía ridículo pero a Juanita le pareció la cosa más bella del mundo. Tenía en mente esa imagen, estaba segura de que el Huevo, o como ella lo llamaba: Leandro, tenía porte; también (como cualquier madre) pensaba que cosas horribles le sucederían sólo por estar fuera de casa. Se acordaba de cómo lo había puesto ella solita, lo hizo sin pedir ayuda al veterinario que el doctor le había recomendado después del ultrasonido. Además no quería arriesgarse a que se volvieran a reír de ella.

El reloj de la sala daba ya las dos de la mañana y su preocupación crecía con cada vuelta que terminaba la manecilla segundera. Juanita no estaba acostumbrada a desvelarse, tal vez la noche en que puso a Leandro fue la única en que no durmió a sus horas. Los ronquidos estentóreos de su marido la arrullaban poco a poco, le relajaba saber que las personas dormían.

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