Columna

¿CLARA EN LA ESTACIÓN O LA SEÑORA EN SU BALCÓN?

Además de haber sido esposa de Octavio Paz, de haber escrito Los recuerdos del porvenir (1953), y de que hoy sabemos que fue espía por parte del gobierno (1968), Elena Garro escribió un teatro de excelencia que la pondría por encima –aunque sea un solo escalón- de Rosario Castellanos y Maruxa Vilalta.

El FCE editó sus obras completas en varios tomos. Uno de ellos se le dedicó a su dramaturgia. Seguramente usted, querido lector, no lo ha leído -y no lo culpo porque sé que nadie lee teatro así como lee novelas-, pero quiero informarle que se ha perdido de una experiencia sumamente agradable.

Le informo también que tres de sus obras forman parte del repertorio de la compañía de teatro La Gaviota, que dirige Gerardo Moscoso. Estas son El árbol, Los perros y Un hogar sólido, así que tarde o temprano las verá en escena.

Pero de momento no están en cartelera. Así que le recomiendo ir a Plan B Estudio Teatro, porque allí, como parte de su primer aniversario, están presentando Clara en la estación dirigida por Enrique Esquivel.

Me agrada que las obras de Garro se produzcan ya que es un teatro ejemplar. Con esto quiero decir que tanto actores como directores y dramaturgos deberíamos estudiarlo, seguirlo y hacer escuela, porque su lenguaje es altamente poético e íntimo, presenta una profunda y firme construcción de personajes –sobre todo las mujeres-, y parece ser anecdótico.

Elena Garro nos brinda claves sobre su vida, sobre su relación con Paz, con la sociedad, desde su identidad como mujer. En este punto debo detenerme y abandonar su tratamiento, porque no es el tema que quiero abordar ya que para ello se vuelve necesario un estudio mayor sobre su vida y obra. Pocos autores me despiertan tal inquietud. Prometo –a mí mismo- que realizaré las investigaciones correspondientes.

Clara en la estación es pequeña variación de La señora en su balcón, publicada en 1960 y fue montada por primera vez en 1966 dirigida por Alejandro Jodorowski en el INBA -¿ya notan la importancia de la obra? Seguir leyendo

Columna

Luz de gas

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Novedades

La puesta de la obra Luz de gas del dramaturgo inglés Patrick Hamilton, poco conocida en México y, por ende, en La Laguna, inicia el camino que tiene por recorrer para llegar a significarle algo al público lagunero.

Va de la mano de Enrique Esquivel, quien hacía ya bastante tiempo que no ejercía el oficio de director para los laguneros; además, se les unen Karina Carrasco, Alam Sarmiento y Jesús Aviña, figuras altamente reconocibles en nuestra escena por su presencia constante, pero que no habían actuado juntos.

Ellos, actores maduros pertenecientes a escuelas de formación teatral disímiles, en conjunto con un director cuya visión creativa rebasa ciertos estándares, logran una obra que privilegia el diálogo, la acción dramática, la ambientación, y una sólida construcción de los personajes.

La dirección –que da equilibrio a todos los esfuerzos-, se apoya en dos pilares muy firmes. El primero es el desempeño histriónico de Alam Sarmiento (Sr. Manningham) y de Jesús Aviña (Inspector Rough). Son actuaciones sobrias, cargadas de emoción, que respetan el campo emocional de sus personajes. La actuación de Karina Carrasco (Sra. Manningham) tiene dos sentidos a causa del todo de la obra. Es que su tema no es fácil de asir. ¿Es un thriller o es el trayecto de la heroína hacia su redención?
La historia se centra en que el Sr. Manningham quiere volver loca a su nueva esposa, Sra. Manningham, para buscar tranquilamente las joyas de la esposa anterior, a la que asesinó tiempo atrás. El inspector Rough le sigue la pista, y pone en alerta a la actual consorte. Su esfuerzo se centra no tanto en demostrar la culpabilidad del esposo, sino en convencer a la Sra. Manningham del engaño del que ha sido víctima. Seguir leyendo