Columna

Babel

(PRIMERA PARTE)

Amplitud

El concepto de arte es tan amplio que abarca casi cualquier cosa. Engloba toda suerte de actividades humanas que en principio son expresiones folklóricas de una sociedad concreta. Por ejemplo, el canto cardenche de Sapioríz, Dgo., y el grafitti, manifestaciones de grupos particulares claramente distinguibles dentro de la sociedad.

Este proceso en el que por convención aceptamos que el folklor se nombre arte, se aplica a toda actividad humana porque, en lo general, el concepto de arte no contiene elementos discriminadores que sirvan de filtro y determinen cuál es el verdadero campo de desarrollo de esa actividad.

La celebración de fiestas, el rito religioso, el juego, la convivencia entre vecinos, el luto, los paseos dominicales, la educación y formación de los grupos sociales, son o deberían ser, estrictamente hablando, objetos formales y materiales de la psicología, la sociología, economía, antropología, etcétera.

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Cuento

El rayo forzado

La doncella chapoteaba desnuda en el río, ni siquiera notó que en la orilla, cerca de donde había dejado su peplo, un asno montaba sexualmente a un potro blanco.

El asno se quedó ahí cuando termino lo suyo, el otro animal huyó hacia el bosque maltrecho por dentro a causa del sexo del burro y entró en una cueva.

De la cueva salió poco tiempo después un hombre barbado y ya viejo, haciéndose el desentendido iba silbando y rengueaba terriblemente volviendo lento su paso.

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—Nunca más, nunca más… que se me quite de una buena vez esta costumbre—pensó al recordar el miembro del asno.

¿Habiendo tantas mujeres, diosas, ninfas, qué necesidad tenía de arriesgarse a que un incidente así se repitiera? El riesgo era inaceptable, sobre todo para él: el padre de los dioses.

Poesía

Culto

Al dios que imploras, en todo te complace.

Pasan nubes cargadas de sombras
llueven a cántaros pedazos de piel.

Ya no pisaste el pasto lleno de espuma
ni probaste el tornado de mi lengua.

Cuando todavía me quedaba sangre 
me dejaste sin tierra, raíz sin latido. Seguir leyendo 
Columna

La ciudad repetida

Cuando uno ha vivido durante mucho tiempo en una ciudad, tiene en ella misma, varias ciudades. Son otras las calles, otros los lugares, otras las plazas, los que uno ve hoy a las que vio hace unos años. Con el tiempo se tiene pues la posibilidad de vivir en varias ciudades.

Algunas ciudades cambian constantemente y algunas sólo envejecen. Como sea, la ciudad cambia o envejece con nosotros, nos aparecen líneas en el rostro, como avenidas nuevas, donde no había, nos aparecen blancuras en los cabellos como a las bancas de las plazas.

Por ejemplo la calle que pasa por enfrente del hogar, amplia, limitada de hogares que cambian de fachada rindiendo un tributo a la apreciada tranquilidad, es tan plana que se le ve al final de su cuerpo un horizonte de árboles, como si se le hubieran estirado los pies y sus dedos terminaran en sombra verde.

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Cuento

Clueca

El huevo vestido con un frac se veía ridículo pero a Juanita le pareció la cosa más bella del mundo. Tenía en mente esa imagen, estaba segura de que el Huevo, o como ella lo llamaba: Leandro, tenía porte; también (como cualquier madre) pensaba que cosas horribles le sucederían sólo por estar fuera de casa. Se acordaba de cómo lo había puesto ella solita, lo hizo sin pedir ayuda al veterinario que el doctor le había recomendado después del ultrasonido. Además no quería arriesgarse a que se volvieran a reír de ella.

El reloj de la sala daba ya las dos de la mañana y su preocupación crecía con cada vuelta que terminaba la manecilla segundera. Juanita no estaba acostumbrada a desvelarse, tal vez la noche en que puso a Leandro fue la única en que no durmió a sus horas. Los ronquidos estentóreos de su marido la arrullaban poco a poco, le relajaba saber que las personas dormían.

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