Alfredo Loera

COLUMNA

Por Alfredo Loera

Columna

De por qué el gobierno es el peor enemigo

No basta con no pedirle nada al gobierno, también es necesario esconderse de él. Ese ha sido el principal problema que han sufrido todos los proyectos artísticos de La Laguna. Mientras menos se sepa de uno, más posibilidades tendremos de sobrevivir. Quizá de ahí a que en este pequeño colectivo (llámenlo como quieran) Registros de voz hayamos permanecido hasta la fecha con un bajo perfil. Nadie nos lee, nadie realmente nos conoce, pero es probable que eso haya permitido que todavía podamos darnos el lujo (mal si se quiere) de escribir. Pero ¿qué ha pasado con todos aquellos grupos que han tenido que ver algo con el gobierno o que se convirtieron en amenazas del mismo por el efecto de interposición? La mayoría o ha desaparecido o está en serios problemas de desaparecer.

No hace falta ser un genio para constatar que el gobierno por estupidez e ignorancia (me queda claro que los funcionarios del gobierno tendrían que ser estúpidos e ignorantes) se ha encargado de obstaculizar todo desarrollo cultural en la región. Hagamos un poco de memoria, recordemos el caso del Centro de Iniciación Artística Pilar Rioja. En este lugar, el cual se encontraba en la antigua central de ferrocarriles de la Colón, se hallaban tres de las escuelas de artes más importantes en La Laguna. Estaba la Escuela de Danza, dirigida por el maestro Jaime Hinojosa, la Escuela de Música, por el maestro Armando “Cuty” Martínez y la Escuela de Escritores (de la cual todos nosotros en Registros de voz somos egresados), encabezada por la maestra Teresa Muñoz. Estas tres escuelas tenían la validación de organismos importantes a nivel nacional como el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Sociedad General de Escritores de México, pero ¿qué fue lo que ocurrió? Lo que ocurrió fue que las desalojaron (cual inquilino que no paga la renta) simplemente porque al gobierno del Estado (sí, era un Moreira) le pareció que era mucho más importante tener oficinas pedorras para sus burócratas pedorros (seamos honestos, no hay burócrata en México que no sea pedorro). El gobierno en su genialidad pura dijo “ah, ya sé…no, pues, mejor sacamos a las escuelas con sus infrastructurs y estudiantes y todo el trabajo social que están haciendo por nosotros y ponemos ahí a unos oficinistas que se echen la gorda a la diez de la mañana, ¿qué te parece?”. Eso es lo que dijeron y los sacaron a todos. Según ellos, eso era lo mejor, tener un montón de papeles y gente que dizque trabaja de 9 a 3, que el de darle a la población la posibilidad de desarrollarse en estas áreas del conocimiento (cabe mencionar que el gobierno no daba ni un peso a estas escuelas, sólo se les prestaba el espacio, que había sido construido con dinero público para ese efecto). Lo que había costado varios años de trabajo, por parte de estas escuelas, el gobierno lo destruyó en un mes. En estos momentos el CINART está convertido en un lugar comunitario donde se le da atole con el dedo a la gente. De haber sido un verdadero lugar de enseñanza de las artes (donde vinieron maestros nacionales a dar cursos) se convirtió en un lugar de la podredumbre gubernamental que está acostumbrada a morderse la cola.

Las tres escuelas se tuvieron que ir a donde pudieron con todo y alumnos. La Escuela de Escritores en esos momentos tenía una currícula de treinta estudiantes. Usted puede pensar que era poca la gente. Yo le preguntaría si tener 10 o 15 escritores verdaderos en una ciudad como la nuestra le parece poco. Pues esta institución y sus alumnos tuvieron que ir a pedir oportunidad en la Librería del Fondo de Cultura Económica (por cierto, también desaparecida) que estaba en el Teatro Isauro Martínez, la cual en esa época era dirigida por la maestra Ruth Castro.

Desconozco dónde se encuentra actualmente la Escuela de Música. Tengo entendido que la Escuela de Danza consiguió otro local. Bueno, yo les recomendaría que calladitos, que no hablen, que no digan nada porque en cuanto los descubran el gobierno o algunos de sus contratistas irá hasta donde se encuentran a tratar de hacerles la vida de cuadritos.

Es que parece de risa. Porque la cuestión es que esta capacidad del gobierno de darle (literalmente) en la madre a todo lo que toca parece un poder sobrenatural.
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Otro ejemplo: tenemos el Centro Cultural José R. Mijares. En los últimos años el teatro lagunero ha resurgido. Actores y actrices desempolvaron sus capacidades histriónicas y comenzaron a montar obras (mucho impulsado por el Teatro Nazas, eso sí) y a formar a la nueva generación de actores y directores, en la mayoría de los casos con sus propios recursos y mucho también de esto en el forito Jorge Méndez, mismo que se encuentra en el Mijares. Que la gente de todos los estratos visite un centro cultural es lo mejor que le puede pasar, porque estos elefantes blancos, especies de bodegas ratoneras, adquieren un poco de vitalidad cuando la gente los visita, ¿no sé si estén de acuerdo conmigo? Las veces que fui a ver una obra, advertí que no estaba tan mal, que había talleres de música y baile y que especialmente los grupos de teatro podían ensayar ahí. Pues bastó con que muriera su director el maestro Salomón Atiyhe para que el desalojo estilo CINART comenzara. La diferencia fue que ahora existen la redes sociales y gracias a éstas la organización de los alumnos, maestros e interesados fue mucho más eficiente y eficaz; por eso es que los del gobierno ya no pudieron sacarlos cual cucarachas del lugar. Pero aún, tengo entendido, sigue siendo alta esa posibilidad. Cuando todo se calme, cuando los dirigentes queden solos por el desgaste (nada nunca podrá contra un burócrata que echa la gorda) no me sorprendería saber que el Mijares se ha convertido también en un lugar idóneo donde podrán hacerse pendejos de 9 de la mañana a 3 de la tarde.

Sé que parece que exagero, pero basta con ir un ratito y constatarlo. Y vuelvo a decirlo, todo esto parece de risa.

Otro ejemplo: tenemos la Librería El Astillero, dirigida también por la maestra Ruth Castro. Cuando la librería del Fondo de Cultura Económica fue cerrada, Torreón se quedó sin el acceso a los libros de esta editorial y las editoriales independientes de producción literaria de alta calidad, lo cual no es poco, si es que queremos que La Laguna sea una ciudad moderna. El sustituto a esa necesidad es El Astillero. Ahora bien, esta librería es independiente, no le saca nada de dinero al gobierno o a institución alguna. La librería no solamente vende libros sino que a falta de un CINART, a falta de un foro de discusión ha tomado el rol de convertirse en una Escuela de Escritores, en un lugar de reunión, donde en diferentes días de la semana, se dan talleres y charlas con tópicos los cuales propician el pensamiento crítico en un país de ignorantes: asumámoslo, asumámoslo (risas nerviosas). Es decir, es una iniciativa privada que se ha puesto la misión de resarcir las tareas no realizadas que tendría que hacer el gobierno, propiciar el desarrollo de la cultura. En una realidad normal el gobierno diría, “ah, pues gracias, te dejo trabajar, así puedo echar la gorda a gusto”, bueno, eso estaría bien, pero qué es lo que hace, pues dice “ah, pues si haces mis funciones no te dejo, córtala, eres mala, mala, te voy a joder, te voy a cerrar la calle, para que no tengas clientes, me voy a tardar de a madre para que truenes y la ciudad se quede sin librería, sin literatura y siga en su miseria intelectual…” Eso es lo que pasa. Ahora yo tiendo a creer que esto sucede precisamente porque El Astillero ha tenido éxito, lo cual demuestra, por otra parte, que la ciudad está requiriendo el producto de la literatura y la cultura. La gente busca donde encuentra y el gobierno no se lo ha dado, y lo ha encontrado en personas como Germán Cravioto y Ruth Casto, pero la estupidez e ignorancia (porque el gobierno es tan estúpido que carece de lo maquiavélico —si no sabe, burócrata, qué es eso, búsquelo en el diccionario) ha hecho que este proyecto esté sufriendo por falta de visitas a la librería. Es de entenderse que si no hay banqueta ni calle un posible lector prefiera no bajarse, menos si le van a cobrar el parquímetro y tendrá que caminar entre los escombros.

Los ejemplos pueden ser muchos, pero creo que con estos tres basta. Si le parece que con éstos no basta, pues déjeme decirle, estimado lector, que está equivocado, que el gobierno no nada más no hace sino que jode, interrumpe, estropea, caga, que no basta con independizarse, con no tener nada que ver con este monstruo amorfo de múltiples cabezas, con múltiples funcionarios que van y vienen cada 3 o 4 años, que todo lo que tocan descomponen (otro ejemplo es Moreleando). Por eso estimados compañeros escondámonos, que los burócratas, que toda esa gente que se hace llamar promotor cultural del municipio nunca nos visite, que se alejen, porque no se sabe la razón por la que adonde sea que llegan todo se cae. Posiblemente tenga que ver la estupidez y la ignorancia, pero considero que también, y mucho hay de esto, tiene su origen en la envidia y en lo miserables que son sus vidas.

Alfredo Loera

Alfredo Loera

Alfredo Loera (Torreón, 1983) es Maestro en Literatura Mexicana por la Universidad Veracruzana. Inició sus estudios de literatura en la Escuela de Escritores de La Laguna. De 2009 a 2011 fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas. Publicaciones suyas han aparecido en revistas como Casa del tiempo, Círculo de poesía, Fundación, Pliego 16, Ad Libitum, Este país, Siglo Nuevo. Sus libros son Aquella luz púrpura, (2010, 2017, 2023); Wish you were here, (2019, 2023); Guerra de intervención (2022), disponibles en Amazon como ebook o libro impreso.