Ignacio Garibaldy

COLUMNA

Por Ignacio Garibaldy

Columna

Aquí nació a las mañas…

Se dice que en la av. Hidalgo, entre las calles Ramón Corona y Leona Vicario, colonia Centro de Torreón, Coah., estuvo la casa donde Salvador Novo vivió parte de su infancia. Asimismo, se dice que en esa casa se puso una placa de bronce que decía “aquí nació a las letras Salvador Novo”. La raza, que a nadie perdona, aprovechó el texto de la placa para difundir, de boca en boca, una parodia que decía “aquí nació a las mañas Salvador Novo”, con la firme intención de manifestar las preferencias sexuales del poeta en mención.

Esto es lo más que puedo abonar al tan conocido carácter homosexual de la reina de Los Contemporáneos, cuya joya de la corona fue, según los enterados del chisme literario, haberse dado a Federico García Lorca.

Reina, también, del fino arte de insultar. Hace muchos, muchos años, en una república literaria llamada México, Novo estaba realizando una antología que se llamó Las aves en la poesía castellana y Luis Spota dijo al respecto, palabras más, palabras menos, que si alguien estaba autorizado para hablar de pájaros era Novo, porque bien que le gustaba andar pajareando por el Heroico Colegio Militar. Para desquitarse, mi Chava acuñó un epigrama de proporciones homéricas:

Este grafococo tierno,
tiene por signo fatal, 
en el apellido paterno 
la profesión maternal.

Los enterados en la historia del chisme literario comentan que el insulto le caló hondo a Spota. Aunque, pensándolo bien, lo benefició. Si no fuera por este poético insulto, ¿habría alguien que mencionara a Luis Spota?, ¿se sabe qué escribió?, ¿a poco no le quedó a la perfección el insulto?

Otro sujeto de agravio, quizá el más portentoso, fue ni más ni menos que Diego “El Todas Mías Rivera”, también conocido como Diego “El Me Casé Con Una Que Pinta Bien Culero” Rivera. Durante el tiempo que coincidieron en México, Rivera y otros próceres culturales presionaron a la SEP para que dejara de darle jugada al puto de Novo y damas que lo acompañaban.

Antes de seguir cabe aclarar que mi amiga la Novo no era una jota reprimida sino una verdadera dama: andaba siempre muy bien arregladito, ceja depilada, anillos extravagantes, pelucas bien peinadas. Por encima de ello, no ocultaba sus preferencias, las cuales no incluían soldados sino taxistas, gremio al cual hasta una revista les armó para seguir frecuentándolos. Se llamaba El chafirete… del amor –el genitivo es de mi propia inspiración.

En uno de los variados documentales que circulan por internet, aparece una señora Rotaria que comenta que Novo estaba dando un discurso ante matrimonios Rotarios –lo han de haber invitado por ser un orador muy agradable–. Según la dama Rotaria, Chava interrumpió la charla a los 45 minutos porque tenía una cita con un agente de tránsito que está buenísimo. Estar buenísimo es pretexto suficiente para interrumpir cualquier actividad, hay que reconocerlo. Novo era afín a los hombres involucrados en la movilidad urbana y nada tonto, porque siempre tendría quien lo llevara de ida y vuelta su casa después del acto amatorio, me imagino.

Por supuesto que gran parte de su poesía tiene referencias afeminadas. Gay, se le diría ahora, y de paso se le exigiría respeto a la obra del primer gay que luchó contra la opresión machista mexicana.

Momento. Novo no fue oprimido –quizá contra el muro, lo supongo–, pero nunca fue perseguido sino más bien criticado, más que por ser puto por ostentar poder cultural. No se sabe qué le molestaba más a sus detractores, si su feminidad o el poder que le otorgaron las autoridades gubernamentales, pero el caso es que Rivera lo jodía constantemente, como era de esperarse. La crítica iconoclasta en contra del ídolo de pies de barro del momento, ha sido una práctica común, tan antigua como el fino arte de la prostitución.

En respuesta a tan intenso encono Novo le escribió La diegada, un poemario compuesto por sonetos, décimas y quintillas, en donde se desquita –perrísimamente– de Rivera. Consignaré varios ejemplos. En el primero se pone de manifiesto la burla al hecho de que su primera esposa, Lupe Rivera Marín, le puso el cuerno con Jorge Cuesta:

Dejemos a Diego que Rusia registre,
dejemos a Diego que el dedo se chupe,
vengamos a Jorge, que lápiz en ristre, 
en tanto, ministre sus jugos a Lupe.

En política, la cultural en este caso, hay un dicho, una ley no escrita, difícil de formular como un adagio, pero que reza más o menos así: la familia no se toca. Pero eso a Novo le valía madre. Aquí un cuarteto en donde se pasa de lanza con las hijas de ese primer matrimonio:

Marchóse a Rusia el genio pintoresco
a sus hijas dejando –si podría 
hijas llamarse a quienes son grotesco
engendro de hipopótamo y harpía.

Cada poema de La diegada pinta a Diego como cornudo, astado, buey. Además se burla magistralmente de sus convicciones políticas:

Ya no pintes más hoz y martillo, 
ni mezcles agrarista con obrero; 
guarde ya tu pincel aventurero
el depósito fiel de tu fundillo.

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Aquí hay cuarteto demasiado gracioso, fascinante, que demuestra el genio de Novo, la saña, el odio:

La diestra mano sin querer se ha herido
el berrendo del muro decorado,
y por primera vez tiene vendado
lo que antes tuvo nada más vendido.

¡Ausch! Y Finalmente, una quintilla, la más llena de veneno rosa:

Al ver to-da la moneda
pictórico – comunista
y para el caso en que embista, 
prudente, toda de seda
tiene su cápita lista.

Que no se crea que Rivera se quedó con las manos cruzadas. Él pintó a Novo, en un mural que está en SEP, con orejas de burro, arrodillado, con la vista al suelo en donde hay un arpa y a su lado una revista. No tiene el mismo sentido del humor, pero de algo vale.

Mi Shava era bien perra, como acaba de ser demostrado. Sin embargo, ¿es algo más que un puto cultural, según el tiempo en que vivió? ¿Qué es Novo ahora? ¿La próxima figura del imperio gay? ¿Novo para reina gay, Novo para reina gay?
Sobre Nalgador Sobo hay varios velos que hay que desvelar. Primeramente, si hay alguien que se atreva a leer su poesía, y si salió de ella sin haberse quedado dormido, tendrá como experiencia que quizá dos o tres versos valen la pena.

Por su extrema adhesión a la poesía clásica se siente modernista, decimonónico, muy de mode. No se salva ni Nuevo amor, poema en verso libre de gran aliento, íntimo, confesional, pero que no alcanza las alturas de Idilio Salvaje de Othón, por poner un gran ejemplo. Peor aún es que antologías de declamadores universales difunden lo más peor de su poesía: la patriótica, la que parece amorosa heterosexual, la de sentido del humor blanco, como Capulina.

Y si lo gay se buscara a manera de claro manifiesto, ahí está El tercer Fausto, un breve diálogo poco teatral, paradójicamente. Por cierto, Novo escribía muy mal teatro, desprolijo, aburrido y plagiador. La culta dama es un robo a otra llamada Atentado al pudor de Carlos Prieto Argüelles, un periodista que tuvo una primera incursión en el teatro y que se retiró de este fino arte muy pronto, precisamente por el robo del que fue víctima.

Y eso que su Atentado al pudor era buenísima, según Rafael Solana: “Y sí se parecen las dos piezas pero como un águila puede parecerse a un chichihuilote, en que tienen patas, alas y pico. La de Carlos Prieto es una obra llena de gracia, de ingenio, de picardía, de ligereza, de humor y movimiento, y la de Novo era lo que ustedes recuerdan que era tan insulsa, tan melodramática, tan boba, que nadie creyó que fuese hija del autor de tantas recetas de cocina tan ingeniosas”.
El tercer Fausto, uno de sus tantos Diálogos, trata de un hombre joven que le vende su alma al Diablo con el fin de que lo convirtiera en mujer, para gustarle a su amigo. Mefistófeles acepta, porque, pues es el diablo, y le aplica la jarocha y lo vuelve mujer. Para su desgracia, cuando el joven se presenta ante su amigo, ya siendo mujer, éste la rechaza y dice que en realidad estaba enamorado de él pero cuando era un joven. Pobrecita, pobrecita. Eso se saca por andar haciendo tratos con el diablo.

Por las convicciones políticas de Novo bien podría llamársele vendepatrias, apátrida, nervioso integrante de la mafia del poder. Recibió el favor de varios presidentes de la República Mexicana quienes lo visitaban en su teatro-restaurant La Capilla, en donde también supervisaba la cocina, quizá para cumplir con el estereotipo homosexual.

Dice Novo: “En la puerta de mi casa y en el muro de piedra aparecían expresadamente trazadas, con pintura roja de aceite, varios letreros. El chofer ya había borrado con gasolina los de la puerta que decían ‘Novo con los soldados’, pero en el marco todavía se leía: ‘Novo escribe la crónica de la UNAM’, y en la barda con grandes letras muy parejas y bien distribuidas: ‘Popular entre la tropa’. ¿Qué habré hecho yo para merecer el honor de compartir con el señor presidente esta lluvia de anónimos murales?”.

Estamos en el año de 1968, cuando Díaz Ordaz lo nombró Cronista de la Ciudad de México. Fíjense en esto: Novo declaró el 3 de octubre de ése año lo siguiente: “Vaya, vaya. Es la primera noticia, y muy buena por cierto, que recibo en el día…”. Se refiere, obviamente, a la matanza de Tlatelolco. Pues, ¡vaya, vaya! ¡Qué perra, qué perra, qué perra mi amiga!

Bueno, ¿y yo porqué chingados estoy revisando a Novo? Me estoy buscando una imagen sobre ella. Y todavía no encuentro alguna que me llame poderosamente la atención. Su poesía no me agrada, el teatro que escribió tampoco.

Pero, como promotora cultural, ciertamente hizo algo de importancia: la traducción y montaje de Cocteau, Beckett, entre otros, en el Teatro Ulises, y también el montaje del gran repertorio de los años cincuenta, que es una de las mejores épocas del teatro mexicano. Cabe recordar que en ésa década fue el primero en montar Esperando a Godot de Samuel Beckett, dándole entrada al llamado teatro del absurdo en nuestro país. Además, bajo su amparo surgieron Emilio Carballido y Sergio Mañaga, otras del grupo que se consolidarían como pilares de la dramaturgia mexicana.

Como ensayista y cronista, es bueno. Bastante divertido aunque menos perra. Y esto es una lástima, quizá, para quienes busquen utilizarlo como asta de la bandera gay.

Esto habría implicado que desarrollaba intencionalmente una literatura programática, cuyo centro sería defender la libertad sexual, los derechos del mañoso, del caquín, del sopla nucas, del muerde almohadas, del mayate, del Francoise la Sensualité.

No. Para nada. Me atrevo a creer, provisionalmente que Novo era un mal poeta, un mediocre dramaturgo, un excelente ensayista y cronista, un excelente promotor cultural –de sus amigas únicamente–, el autor de una obra que está cayendo en el olvido a pesar de haber sido también, quizá por encima de todo, un gran aliado del poder en turno.

Ignacio Garibaldy

Ignacio Garibaldy

Licenciado en Filosofía. Dramaturgo egresado del diplomado en creación literaria de la Escuela de Escritores de la Laguna. Becario del FECAC en la categoría de jóvenes creadores (2006-2007). Autor de Tres tristes vírgenes (U.A. de C. Siglo XXI. Escritores Coahuilenses. Cuarta Serie. 2011). Ganador del Premio Nacional de Dramaturgia de obra de teatro para niños, niñas y jóvenes Perla Szchumacher 2022 por la obra La voz de la tierra roja.