JOSÉ LEZAMA LIMA: GUARDIÁN DE LOS ORÍGENES HERMÉTICOS

Por primera vez entre nosotros lo contemporáneo no era una nostalgia provinciana, deseado entre toscos deslumbramientos y la habitual servidumbre, sino un conocimiento cercano de diálogo y de comunidad creadora.
Jose Lezama Lima, «Señales» (a propósito de la antología Cincuenta años de poesía cubana de Cintio Vitier), Orígenes, n°31 (1952).
PARTICIPACIÓN EN REVISTAS

Grafos (1933-1946)
Colaborador

La revista Grafos era dirigida por María Radelat de Fontanills y María Dolores Machín de Upmann, quienes fundaron y promovieron diferentes instituciones sociales y culturales. La colaboración de José Lezama Lima fue menor, en 1935 y 1936; sin embargo, es importante en su carrera literaria al ser en esta revista donde aparecen sus primeras publicaciones, por intermediación de Guy Pérez Cisneros, quien en pocos números fue jefe de redacción.

Verbum (1937)
Secretario

La revista Verbum se considera el primer proyecto editorial de José Lezama Lima. Aquí, además de conformar el germen del grupo que posteriormente se llamaría Orígenes, también es donde el poeta comenzó a elaborar su propuesta estética de gran relevancia para la cultura cubana e hispanoamericana. La revista fue subvencionada por la Universidad de La Habana, pues tenía la finalidad institucional de ser un espacio para el debate y la publicación de textos sobre jurisprudencia de la Asociación de Estudiantes de Derecho. Sin embargo, Lezama Lima, alumno de dicha asociación, se adueñó de la revista e incluyó principalmente crítica de arte y literatura, así como poesía, dejando sólo unas cuantas páginas al final de cada número para algún artículo de derecho. Por esta misma razón, debido a la inconformidad de los directivos de la universidad como de los estudiantes, la revista únicamente publicó tres números; éstos fueron de gran relevancia para la historia literaria hispanoamericana.

En el primero de ellos aparece el ensayo fundacional “El secreto de Garcilaso”; asimismo en el segundo, sale a la luz “Muerte de Narciso”, uno de los poemas más importantes del siglo pasado de nuestra lengua. Aunque en el directorio, nuestro poeta funge como secretario (el director era René Villarnovo), por testimonios de los colaboradores (entre ellos Gastón Baquero, quien en el tercer número hace la famosa glosa de “Muerte de Narciso”), y de los miembros del consejo de redacción —integrado por Manuel Lozano Pino, Manuel Menéndez Massana, Felipe de Pazos, Antonio Martínez Bello, Guy Pérez Cisneros—, se conoce bien que Lezama Lima era quien verdaderamente dirigía la revista. Por otra parte, la presencia de Juan Ramón Jiménez gravita los tres números ya sea con textos propios o con textos de homenaje o crítica a la poesía del español, lo cual demuestra la fuerte influencia del andaluz sobre el joven Lezama.

Espuela de Plata (1939 – 1941)
Director, junto a Guy Pérez Cisneros y Mariano Rodríguez.

Según el testimonio del pintor Mariano Rodríguez, Espuela de Plata surgió del deseo tanto de Lezama de fundar una revista de poesía, como del pintor de hacer lo propio con una de artes. Ambas figuras encontraron el punto de cohesión en el crítico Guy Pérez Cisneros, quien reunió el dinero para financiar la publicación. Ésta sólo tuvo seis números, pero de nueva cuenta fueron de gran relevancia. A diferencia de Verbum, en Espuela de Plata existió una mayor participación de los españoles, tales como Manuel Altolaguirre, Jorge Guillen, Pedro Salinas, Luis Cernuda, Concha Méndez, Xosé Rubia Barcia, José Ferrater Mora, María Zambrano, quien en Orígenes sería tan importante, y el ya referido Juan Ramón Jiménez. La revista también tuvo una mayor preocupación por traducir poetas y narradores principalmente de lengua inglesa y francesa, entre ellos, Walt Whitman, James Joyces, T.S. Eliot, Jules Supervielle, Percy B. Shelley, Paul Claudel, y otros. Asimismo, en este proyecto los más jóvenes del grupo Orígenes empezaron a colaborar con poemas y traducciones: Cintio Vitier, Eliseo Diego, Virgilio Piñera. El padre Gaztelu también colaboró con poemas propios y con traducciones del latín de autores como Lactancio Firminiano. La dirección de Lezama Lima pudo sostener por un tiempo la confluencia de personajes tan disímiles como el Padre Gaztelu y Gastón Baquero —católicos ortodoxos— con autores ateos y homosexuales como Virgilio Piñera. Se ha dicho que esta confluencia de caracteres irreconciliables en sus posturas ideológicas a la larga trajo conflictos internos que resquebrajaron la unidad de la revista. En palabras de Lezama, “Espuela de Plata, no pudo seguir publicándose. Se hacía con esfuerzos increíbles, pero sin eco, y después de seis números, el cansancio y la impasibilidad nos apretaban terriblemente” (“Carta de JLL a JRJ” citado por Rodríguez Reyes, “Expediente…”).

Nadie Parecía (1942-1944)
Director, junto a Ángel Gaztelu

Después del rompimiento de Espuela de Plata, hubo una desbandada de diferentes fracciones las cuales fundaron sus propias revistas. De esta manera, Nadie Parecía, tercer proyecto editorial de José Lezama Lima, que fundó en compañía del Padre Ángel Gaztelu, coincidió con Clavileño, dirigida por Gastón Baquero, Cintio Vitier y Emilio Ballagas, y con Poeta, dirigida por Virgilio Piñera. Nadie Parecía, dentro de la trayectoria de Lezama Lima, confirma algo que nunca negó: su catolicismo. La publicación —y ni el subtítulo de la revista “Cuaderno de lo Bello con Dios” ni la presencia de Gaztelu son gratuitas— tuvo una predilección por la poesía religiosa y en particular por aquella de los místicos españoles, principalmente San Juan de la Cruz. Dicha tendencia no significa que fuera en estricto sentido una revista religiosa, pues la perspectiva de Lezama, aunque católica, siempre estuvo más interesada por la herejía, por el oxímoron y por lo barroco. Lo que le interesaba de la poesía mística y barroca no era tanto su religiosidad sino su lenguaje hermético, para advertir el “reverso” del mundo. Así, en la revista aparecieron textos de Nietzsche, Marco Polo, George Meredith, Wladimir Weidle, William B. Yeats, en traducciones del propio Lezama, como de Orlando Álvarez y Roberto Burbaquis. También se publicaron analectas de religiosos ilustrados como Fray Martín Sarmiento, Saint-Simon, Luis Zapata de Chaves, Salvador Jacinto Polo de Medina, entre otros. Cabe destacar que en el número 10 y último de la revista, José Lezama Lima por primera vez publica tres poemas de Alfonso Reyes. Es aquí donde su relación epistolar con los poetas mexicanos comienza. También el nombre de José Rodríguez Feo asoma por primera ocasión en una revista de Lezama Lima, pues en este mismo número 10 de Nadie Parecía publica la traducción de un artículo del crítico de cine norteamericano Parker Tyler.

Orígenes (1944-1956)
Director, junto a José Rodríguez Feo

Un estado poético

En la primavera de 1944 aparece el primer número de Orígenes, la cual vino a ser la revista literaria cubana más importante del siglo XX, pues no únicamente estableció un nuevo canon poético, sino significó el canal por donde Cuba estrecharía lazos fecundos con el exterior. Lo último no es menor si recordamos que la ínsula históricamente ha estado incomunicada además de por cuestiones geográficas particularmente por cuestiones políticas; en palabras de Cintio Vitier “el país estaba cerrado a sí mismo” (“Entrevista…”). Después de esta publicación no ha habido en Cuba, por diversas circunstancias, un grupo con un espíritu universalista de igual magnitud. Su apuesta, guiada por José Lezama Lima, fue la de acabar con el dualismo, reducir la fragmentación del ambiente social cubano por medio de la poesía. Tanto para la revista Orígenes como para el grupo homónimo, lo estético se hace político, a pesar de que en su momento las generaciones anteriores de poetas de la Revista de Avance como de la Gaceta del Caribe, así como de asociaciones de la izquierda y la derecha, los consideraran evasionistas. Vitier lo explica así: “Había mucha incomprensión de los miembros de Revista de Avance y la Gaceta del Caribe. Se dejaban caer con comentarios irónicos acerca del evasionismo de Orígenes, y que estaban de espaldas al pueblo” (“Entrevista…”). Esta circunstancia ocurría quizás, porque casi ninguna de las colaboraciones publicadas desde 1944 a 1956 abordó la temática social de forma directa. El interés siempre fue la poesía y las artes, pero ese interés particular construyó un modo de habitar el mundo, y eso irremediablemente la volvió política. No fue gratuito que, cuando la Revolución Cubana de 1959 triunfó, las voces principales de Orígenes fueron canceladas, silenciadas, hasta que algunos hicieron algunas concesiones ideológicas (Mataix 63).

Según Roberto Fernández Retamar, quien colaboró en la publicación, y Remedios Mataix, la poesía del grupo Orígenes, núcleo operativo de la revista, conformado principalmente por José Lezama Lima, Cintio Vitier, Eliseo Diego, Fina García Marruz, Virgilio Piñera, Ángel Gaztelu, Gastón Baquero, Lorenzo García Vega y Octavio Smith, entre otros críticos y artistas visuales, siempre estuvo interesada por conocer la realidad al grado de trascenderla, para enfrentar lo desconocido. Retamar los denominó “poetas trascendentalistas” (298). Algunos otros, como lo afirma Cintio Vitier, los consideraron herméticos (“Entrevista..”). Hay algo de verdad en los adjetivos anteriores, pues es ahí donde se pone de manifiesto la fuerte influencia de José Lezama Lima, sobre todo en los miembros más jóvenes, pero al cabo de los años, también por dichas menciones se advierte tal vez una pereza crítica.

Al momento de la publicación del primero de los números, la Revista de Avance llevaba catorce años de no salir a la luz. La vanguardia parecía haber terminado, y los poetas de Orígenes, en similitud con los poetas de Taller en México, se encontraban en la disyuntiva de hacer una poesía que no fuera únicamente realista y de temática afrocubana y social, como tampoco hacer únicamente poesía pura. Deseaban forjar una síntesis de estas dos vertientes. De ahí que Mataix diga que a partir de Orígenes surge

una atípica vanguardia sin vanguardismo, cuyo proyecto renovador, sin la recepción militante de ningún ismo, asume sus conquistas (en especial la amplitud metafórica surrealista) y las enriquece con la recuperación de los clásicos y las grandes figuras de la modernidad, en un equilibrio conjugador de tradición y renovación, con la dosis correspondiente de parricidio generacional. (52).

Si en algo se distingue el espíritu de Orígenes del espíritu de Revista de Avance es en negarse a seguir los dogmas de la vanguardia y en especial de formalizar ningún tipo de lenguaje poético; se trataba de “nacer de nuevo”, pero con “la clara conciencia de que lo hace” (Mataix 53).

El “origen volcánico” (Fernández 299) de la estética y de la política cultural de la revista es por supuesto José Lezama Lima. Es el orquestador de la sinfónica, quien poseyó la extrema lucidez y el vigor intelectual de establecer una ruta para sortear los vicios y vacíos culturales de su tiempo en Cuba, pues desde sus reflexiones es posible observar la hondura de su mirada para dirigir el proyecto.

Creo que en Cuba ha habido una sola generación que haya sido creadora, que es la de José Martí. Después de Martí, los que seguimos trabajando en la cultura, buscamos una posibilidad en el porvenir. […] Y más de una vez afirmé que Orígenes no era una generación, sino un estado poético que podía abarcar varias generaciones. Es la vuelta a los orígenes. Como decía Nietzsche, “el que vuelve a los orígenes encontrará orígenes nuevos.” (citado por Fernández Retamar 322)

Para entender a cabalidad “el estado poético” referido, hay que remitirse a la búsqueda estética del mismo Lezama en acompañamiento de los distintos miembros, la cual en la primera editorial de la revista ya se encuentra en completa maduración. En dicha editorial se escribió lo siguiente:

Sabemos que cualquier dualismo que nos lleva a poner la vida por encima de la cultura, o los valores de la cultura privados de oxígeno vital, es ridículamente nociva, y sólo es posible la alusión a ese dualismo en etapas de decadencia. En épocas de plenitud, la cultura, dentro de la tradición humanista, actúa con todos sus sentidos, tentando, incorporando el mundo a su propia sustancia. Cuando la vida tiene primacía sobre la cultura, dualismo sólo permitido por ingenuos o malintencionados, es que se tiene de ésta un concepto decorativo. Cuando la cultura actúa desvinculada de sus raíces es pobre cosa torcida y maloliente… En estas cosas no hay primero, no hay después. Que siendo ambas, vida y cultura una sola y misma cosa, no hay por qué separarlas y hablar de ridículas primacías… En las fundamentales cosas que nos interesan todo dualismo es superficial, todo apartarse de lo primigenio —que no tolera dualismo o primacías— obra de falacia o de apresurados inconscientes. (Orígenes, n° 1, 6).

La búsqueda de acabar con el dualismo, de volver a nacer pero conscientes de ello, y de volver a los orígenes para “encontrar orígenes nuevos”, según Remedios Mataix (58), tiene su semilla en la conferencia dada por el autor de Muerte de Narciso sobre Garcilaso de la Vega, publicada en la ya mencionada Verbum, donde el grupo empezó a unificarse. El texto definitivo se tituló “El secreto de Garcilaso”. Ahí se defiende la “equilibrada síntesis” y la “solución unitiva”; “frente a cualquier dualismo estético, proponía una poética nueva pero integradora, eficaz precisamente por ‘lo decisivo de sus confluencias’, y formulaba un nuevo concepto de originalidad, entendida no ya como ruptura, sino como ‘secreta continuidad’” (Mataix 58). Lezama escribe:

El dualismo poético que va a traspasar todo el siglo XVI aparece en Garcilaso centrado y resuelto, sin intentar excluir, sin cruz de problematismo (…) Prodigio en la fusión de amigos contrarios, sin mezquina superposición. En él obra y conducta van a engrosar una suprema unidad (…) Cuando la búsqueda del destino individual marcha paralelizada con el desarrollo fáctico del destino histórico, la obra artística es un desarrollo de círculos concéntricos en que todo está justificado. Comprender esto es saber que Garcilaso no necesita de la originalidad en el peor sentido, es decir, sentir la poesía como contrastante virtud, como lucha de generaciones, tal como la quieren imponer los retóricos de la antirretórica. Veremos que su originalidad no consistió en el hallazgo, sino en el desarrollo de las formas. (Lezama, “El secreto de Garcilaso”, 9-41., citado por Mataix 58)

El grupo Orígenes tomaría como base esta mirada de Lezama y la revista mantendría el mismo espíritu, de ahí que no hubiera el rechazo a ninguna estética ni tampoco a ninguna generación, exceptuando desde luego a las enemistades irreconciliables como aquellas con los miembros de Gaceta del Caribe. Lezama ahonda:

Orígenes es algo más que una generación literaria o artística, es un estado organizado frente al tiempo… Será siempre, o intentará serlo una forma que por lo menos sus deseos sean a la postre sus realizaciones, un estado de concurrencia, liberado de esa dependencia cronológica que parece ser el marchando de lo generacional… De esa manera colaboran en Orígenes, el hombre joven de veinte años, que comienza a intuir la alegría de su expresión, o George Santayana (citado por Fernández Retamar 293).

Por supuesto, todo lo anterior no significa que las voces fueran homogéneas en su totalidad. El más hermético siempre fue Lezama con textos como «Muerte de Narciso», «Pez nocturno» o la novela Paradiso. Fernández Retamar comenta que Baquero es completamente claro y luminoso. No obstante, Lezama, quien fue muy cercano a Juan Ramón Jiménez y a María Zambrano, fue quien estableció la línea. A tal grado de que esa fue la problemática con José Rodríguez Feo, cuando se clausuró la revista. Cintio Vitier muchos años después hace un pequeño deslinde. “Fina, Eliseo y yo no estábamos muy lejos de la poesía conversacional. No la practicamos como una escuela, como un modo, pero tampoco se puede decir que nos movimos en los predios herméticos de Lezama” (“Entrevista…”). Al preguntársele acerca del hermetismo de la poesía de Orígenes responde: “Siempre he relacionado ese hermetismo con el hermetismo del país. El país estaba cerrado a sí mismo. No era una oscuridad literaria era una oscuridad existencial. Todos nos sentimos en la oscuridad” (“Entrevista…”).

Los orígenes de Orígenes

Orígenes tiene dos orígenes. El primero a través de Lezama Lima, el cual, como ya se dijo, estableció la postura estética; el segundo a través de José Rodríguez Feo, que significó la parte financiera y de relaciones internacionales. De la primera podemos decir que mucho tuvo que ver Juan Ramón Jiménez y su estadía en Cuba de 1936 a 1939. El poeta español fue el único extranjero que acompañó a Lezama en todas sus empresas literarias, desde Verbum en 1937, lo que fue muy significativo si tomamos en cuenta que precisamente —según las versiones dominantes respecto a la polémica— las palabras de Jiménez fueron el detonante del fin de Orígenes. No sólo Lezama fue asiduo visitante de la casa del español en La Habana, en general el núcleo esencial de Vitier, Diego, Fina García, lo frecuentaron mucho, al grado de que podemos decir que se convirtió en una especie de maestro. Para Vitier “significaba, literalmente, el deslumbramiento de la poesía encamada en una presencia humana” (citado por Mataix 52). Mataix refiere que además de tener un magisterio poético también albergó una enseñanza ética para el grupo. Lezama en 1969 lo recordó con estas palabras: “Nuestra generación podía ver en Juan Ramón Jiménez una dignidad irreprochable y una palabra que rezumaba una gran tradición penetrando en el porvenir. Lo que movilizaba su presencia era la poesía, no su poesía.” (citado por Mataix 52). La otra maestra fue María Zambrano por medio de sus conferencias y seminarios; su apoyo e impulso también se hizo palpable con las numerosas colaboraciones en la revista. El artículo “La Cuba secreta” del número 20 de 1948, donde se hace una reseña y crítica de la antología fundacional del grupo Diez poetas cubanos (1948), consolidó la unión y la identidad del movimiento. Por la relación fundacional con los dos peninsulares (Jiménez y Zambrano), también se ha comentado la simpatía de Orígenes por la España leal de la Guerra Civil, así como su afinidad con la revista de Octavio Paz El Hijo Prodigo; mutuamente se publicitaban en sus páginas.

Pero más allá de las cercanías con poetas y escritores afines, los diferentes miembros de Orígenes, empezaron a tener la necesidad de fundar una revista, pues en la Cuba que le tocó vivir a esta generación que también fue llamada por Retamar de “entrerevoluciones” (294), el país estaba paralizado en todos los aspectos. De nuevo, Vitier lo explica ampliamente:

Estábamos viviendo sin sabernos, en una especie de catacumba poética: la Cuba secreta. La Cuba de la superficie era, como decía María Zambrano, invivible. Era una cosa espantosa. Nos tocó una época histórica muy mala donde se había frustrado todo. Primero se frustró la guerra de 68, después la guerra del 95, después la revolución contra Machado; esa generación maravillosa que dirigió esa revolución antimachadista… Todo eso fracasó. Y podemos decir que en el año 35 es cuando matan a Antonio Viteras. Se liquidaron todas las esperanzas revolucionarias y martinianas en Cuba, pero entonces hay un repliegue de la cultura y de la creación y también de la investigación, del estudio en antropología. Es la época en que se intensifican los estudios antropológicos, los estudios de la cultura afrocubana, la investigación del siglo XIX cubano, el estudio de Martí, las grandes biografías de Martí; surge la gran escuela de pintura cubana, la música, el ballet cubano.
Hay que ver a Orígenes en ese contexto, pero Orígenes fue un movimiento de solitarios, pero no fue un movimiento excepcional en el sentido de que no estuviera acompañado por todo esto que he dicho antes. Fue un momento de gran repliegue, repito, de las energías espirituales o culturales del país ante la frustración política, la cultura tomó el timón de la nave para que no naufragara todo, y realmente fue una especie de edad de oro, los cuarenta y cincuenta. (“Entrevista…”).

Eliseo Diego por su parte comentó: “Era una de las pocas cosas reales que había en Cuba en aquel momento. Fuimos un pequeño núcleo de cuatro. Éramos dos parejas de novios. Fina, que era novia de Cintio, y Bella que no está conmigo ahora, que era mi novia, y nos reuníamos en casa de ellas dos” (“Orígenes (documental)”).

Fue así como estas soledades empezaron a encontrarse en esa Cuba secreta incluso desde la década de los treinta, cuando Lezama Lima colabora junto con Cintio Vitier en la mencionada Grafos en 1936. Un año después Lezama se vuelve secretario de la revista Verbum. Ahí tuvieron espacio los poetas Ángel Gaztelu y Gastón Baquero, el crítico de arte Guy Pérez Cisneros y el pintor René Portocarreo. Todos ellos sería parte del consejo de colaboradores de Orígenes. En 1939, ya con la inclusión de los más jóvenes Vitier, Eliseo Diego y Fina García, y con la cercanía incómoda para algunos miembros de Virgilio Piñera, aparece Espuela de Plata. Dura hasta 1942, cuando Lezama incluye a Gastón Baquero en la dirección, cuestión que, como ya se aludió, a Piñera desagradó profundamente, hecho que hizo que la revista se colapsara. Ese mismo año Gastón Baquero funda su propia revista Clavileño. En 1943, Virgilio Piñera funda la propia: Poeta. Mientras Gaztelu y Lezama publican la suya: Nadie Parecía. Hasta que poco a poco se fueron reconciliando las distintas personalidades. Sin duda la presencia monetaria de José Rodríguez Feo para iniciar un nuevo proyecto fue una gran motivación.

El segundo origen de Orígenes, aquel de la vertiente de José Rodríguez Feo, está irradiado por la presencia de Pedro Henríquez Ureña. Rodríguez Feo, quien fue heredero de una considerable fortuna, estudiaba en 1940 en la Universidad de Harvard, y precisamente ese año Henríquez Ureña visita la institución para impartir un ciclo de conferencias. Rodríguez Feo se acerca al dominicano al final de la primera de ellas y se hacen amigos cuando le dice que proviene de Cuba. Es así como una relación intelectual da inicio, y ese fue el enlace entre Rodríguez Feo y los miembros fundacionales de Orígenes. Henríquez Ureña le presenta a los artistas caribeños del momento, por ejemplo al pintor Mariano Rodríguez, quien había sido uno de colaborares pictóricos más relevantes de todas las revistas de Lezama; también lo acerca con el mismo José Lezama Lima y con Guy Pérez Cisneros.

Indirectamente Pedro tuvo un poco que ver con la aparición de Orígenes… —dice Rodríguez Feo—. Desde Buenos Aires, Pedro me envió las colaboraciones de los mejores escritores argentinos, y sus consejos guiaron los primeros intentos de hacer de Orígenes una revista de verdadera calidad. (citado por Fernández Retamar 306)

La participación de Rodríguez Feo estética e intelectualmente dentro de la revista no fue menor, a pesar de que tiende a minimizarse su presencia al darle el rol de mecenas solamente. Muy por el contrario, él también fue un escritor y sobre todo traductor importante para la revista. Conoció a gran número de los escritores internacionales del momento en persona y obtuvo las autorizaciones para realizar las traducciones, entre las que destaca, la traducción de «Burnt Norton» de T.S. Eliot, nada y más y nada menos que el primero de los Cuatro cuartetos. Asimismo, tuvo una relación epistolar fecunda con Wallace Steven y no se diga con Pedro Henríquez Ureña.

¡Con que ya eres director de revista! —le escribe Henríquez Ureña—. Espero Orígenes con ansia. ¿Cómo será de aspecto? Espero que no se parezca a las revistas de los Estados Unidos… Por correo ordinario te mando, con otra carta, un artículo de María Rosa Lida, que es la persona (no digo mujer, sino persona) que sabe más de literatura en nuestra América. Mallea me ofrece algo para Orígenes. Todavía no he podido hablar con Borges ni con Martínez Estrada. (Citado por Fernández Retamar 307)

Orígenes no recibió ninguna colaboración de los tres últimos; ni de Henríquez Ureña, pero sí de sus hermanos Camila y Max. Algunos de los colaboradores que Rodríguez Feo trajo a la revista son T. S. Eliot, Saint-John Perse, Wallace Stevens, William Carlos Williams, Harry Levin, Francis O. Matthiessen, Stephen Spender, Louis Aragon, W. H. Auden, René Char, Paul Éluard, Albert Camus, Wiltod Gombrowicz, Henri Michaux, George Santayana, Aimé Césaire y Anaïs Nin.

Por su parte Rodríguez Feo publicó 26 traducciones del inglés y francés, 9 notas y ensayos, y un relato. Todas estas gestiones, según Fernández Retamar, “contribuyeron de modo decisivo a darle a Orígenes el horizonte cosmopolita que fue una de sus características… En este sentido, su tarea fue similar a la que desde 1931 desempeñara Victoria Ocampo para la revista argentina Sur.“ (308).

La polémica final

El espíritu de Orígenes, al querer evitar el dualismo y la fragmentación dentro del medio cultural, no se enfrascaba en polémicas estériles. Aunque, como el mismo Retamar lo dice, “también estuvo obligada a clarificaciones y defensas inevitablemente polémicas. Sus polémicas tuvieron principalmente tres blancos: la desfachatez y corrupción oficiales, la mediocridad del ambiente cultural, y en grado menor ciertas posiciones hostiles de algún grupo de izquierda”. (312). Incluso la primera editorial de la revista en realidad es la respuesta a otra editorial de la Gaceta del Caribe publicada en marzo de 1944, donde dice:

Aquí, dicho sea sin alusiones, todo el mundo parece lo que es, y nadie necesita de plateadas espuelas para hacer andar a Pegaso. El narcisismo intelectual, pues, no cabrá en Gaceta del Caribe… Porque los cinco nombres que auspician Gaceta del Caribe pertenecen a escritores que aman mucho la cultura pero que aman aún más la vida. (citado por Fernández Retamar 312).

Las alusiones apuntaban a las revistas Nadie Parecía, Espuela de Plata y Clavileño, y al poema de Lezama Muerte de Narciso.

Por lo tanto, decir que no hubo polémica en Orígenes es minimizar el rol preponderante que tuvo en la cultura cubana del momento, y precisamente, a raíz de una polémica entre dos poetas españoles es que la revista se clausuró.

En el número 31 de 1952, Jorge Guillen publicó un conjunto de epigramas donde se incluye un texto titulado “Los poetas profesores” donde ironiza las crítica hecha desde la perspectiva de la poesía pura a quienes ejercitaban la poesía de tinte social. Al parecer este epigrama le cayó muy mal en el hígado a Juan Ramón Jiménez, pues en el número 34 de 1953, el poeta español publicó un compendio de aforismos, respuestas epistolares e ironías, bajo el título de “Crítica paralela”, donde echa pestes de Vicente Aleixandre, Pedro Salinas, Luis Cernuda y en especial pone en evidencia a Jorge Guillen al sacar a la luz unas cartas.

Cuenta una de las versiones que al momento de la publicación Rodríguez Feo se encontraba en España departiendo con los atacados de Jiménez, y que al volver a Cuba le reclama a Lezama Lima la aparición de los ataques. Lezama se defiende diciendo que Rodríguez Feo había visto los textos antes de salir para la península. Rodríguez Feo le pide que en el siguiente número se incluya un deslinde en donde se explicara que desconocía el texto de Jiménez. Evidentemente esto iba a ser imposible. Lezama por la cercanía personal con el autor de Platero y yo no da tregua. Es así como Rodríguez Feo decide retirar el apoyo financiero y publica su propio número de Orígenes.

La ruptura se tradujo de momento —explica Fernández Retamar— en la existencia paralela de dos revistas llamadas ambas, con razón, Orígenes. Ninguna era en rigor apócrifa, ya que sus respectivos directores tenían el derecho de proclamarse así… Lezama se hizo acompañar de un Consejo de Colaboradores integrado por quienes él estimó que eran “los colaboradores más cercanos de la revista Orígenes, los que se pueden considerar como su núcleo de calidad a través de muchos años de continuidad poética.”… Por su parte, Rodríguez Feo creó para sus Orígenes (a la que subtituló Revista de Literatura) otro Comité de Colaboradores integrados sólo por escritores no cubanos, todos prestigiosos y la mayoría ajenos a la querella. (315)

Así los números 35 y 36 son dobles. Esta duplicación hubiese continuado si no es porque Lezama Lima reclama el derecho de autor del nombre de la revista. Lezama continúa la publicación hasta el número 40, pero finalmente ésta muere por falta de recursos financieros, a pesar de que exigía a los colaboradores 10 pesos. Fernández Retamar relata cómo la entrega de estos 10 pesos poco a poco se convirtió en un martirio, pues les reducía de manera muy grande sus ingresos personales. Cintio Vitier era el encargado de recabar los fondos, y Retamar en una broma le escribió la siguiente décima:

.

Señor Cintio Vitier Bolaños,
Persecutor de los diez cocos,
Que nos ha vuelto medio locos
A inquisiciones y regaños:
Agotados hoy los engaños
Para eludir su feroz mano.
Como la lucha ya es en vano,
Como es inútil oponerse,
¡Tome el sobre en que puede verse
Aún el llanto de un cubano! (Fernandez Retamar 316).

En este sentido, llama la atención el rechazo a un posible financiamiento del régimen de Batista. En el número 35 en un nota titulada “Diez años de Orígenes. Advertencia”, Lezama escribe:

Si andamos diez años con vuestra indiferencia, no nos regalen ahora, se los suplicamos, el fruto fétido de su admiración. Les damos las gracias, pero preferimos decisivamente vuestra indiferencia. La indiferencia nos fue muy útil. Con la admiración no sabríamos qué hacer. A todos nos confundiría, pues nada más nocivo que una admiración viciada de raíz. Estáis incapacitados vitalmente para admirar. Representáis el nihil admirari escudo de las más viejas decadencias (citado por Mataix 58).

Revista Mexicana de Literatura (1955-1965)
Colaborador

En el número de mayo–junio de 1956, José Lezama Lima publicó el poema “Fiestas oscilantes”, y en el número de septiembre-octubre de ese mismo año, el artículo “Literatura y sociedad”. La relación del poeta cubano con los escritores mexicanos fue estrecha, pues incluso para su Sistema Poético del Mundo, la cultura de México resultaba de gran relevancia. Ya en “Coloquio con Juan Ramón Jimenez”, uno de los textos más importantes de su juventud y que a la par se considera la semilla de La expresión americana, Lezama escribe: “Nosotros, obligados forzosamente por fronteras de agua a una teleología, a situarnos en la pista de nuestro único telos, no exageramos al decir que la Argentina, México y Cuba son los tres países hispanoamericanos que podrían organizar una expresión.” (Analecta del reloj… 36). Lezama visitó México en 1949. De dicho viaje no hay ningún registro dentro del medio cultural de nuestro país, a pesar de que ya era un poeta reconocido y editor de Orígenes. Sin embargo, por cartas a su hermana Eloísa, se conoce el profundo impacto que causó en su estética la arquitectura barroca de Puebla (Rojas “México en Lezama”). No en balde el barroco mexicano fue de perenne presencia en sus ensayos, y no se diga en su opus magnum: Paradiso.

Según Rafael Rojas, “Reyes y Lezama se escribían, por lo menos, desde 1938, cuando el mexicano agradeció al cubano el envío de Muerte de Narciso y los primeros ejemplares de Verbum” (“México…”). Posteriormente, en la época de Nadie Parecía, “Lezama antepuso unos versos de Reyes como exergo de su texto ‘Muerte del tiempo’ y en el décimo número de esa revista correspondiente a marzo de 1944, publicó tres poemas de Reyes: ‘Pesadilla’, ‘Tentativa de lluvia’ y ‘Muchacha con un loro en el hombro’” (Rojas). Ya en su periodo de Orígenes la presencia de los mexicanos fue aún mayor. Lezama siempre interesado por ellos, estuvo muy abierto a sus colaboraciones. En este sentido la figura de Octavio Paz se volvió más importante a pesar de la raquítica correspondencia entre ambos y de que jamás se conocieron en persona. En palabras de Ernesto Hernández Busto,

El diálogo directo había comenzado en los primeros tiempos de Orígenes, revista que se miraba en el espejo de Contemporáneos: Lezama, siempre atento a lo que sucedía en predios mexicanos, le escribe para pedirle colaboración, y el joven Paz, luego de consultar con Bernardo Clariana, le envía cinco poemas que aparecerán en el número 8, correspondiente al invierno de 1945: “Misterio”, “La rama”, “Viento”, “Espiral” y “Nubes”. Año y medio después, en otro número de la revista dedicado a México (primavera de 1947) salen otros tres poemas, “Tus ojos”, “Cuerpo a la vista” y “Nocturno” (luego “Agua nocturna”). En 1949 y 1951 se publican más poemas suyos (“Dos cartas…”).

Aquel número de Orígenes de la primavera de 1947 fue de suma importancia. No es difícil advertir la confluencia de generaciones, muy acorde a las ideas estéticas del autor de Paradiso.

El grupo, a juicio de Lezama —explica Rojas—, estaba “presidido” por los mayores, Reyes y Orozco, quienes personificaban ese nacionalismo universal, esa “incorporación a su imagen de cuanto se cree necesario de todo ajeno paisaje”, que el poeta habanero reclamaba para la cultura cubana. México, y especialmente Reyes y Orozco —que asimilaban “las ciudades y los libros de Europa”— le servían de pretexto a Lezama para lanzar una crítica al nacionalismo estrecho que, desde la izquierda o desde la derecha, avanzaba en la cultura cubana post-colonial (“México en Lezama”).

En el número colaboraron Alfonso Reyes, Ermilio Abreu Gómez, Alí Chumacero, Efraín Huerta, Clemente López Trujillo, Gilberto Owen, Octavio Paz y Justino Fernández. No obstante, a lo largo de la historia de la revista Orígenes, no fueron los únicos mexicanos que mantuvieron contacto con Lezama Lima. Entre otros autores de nuestro país se encuentran José Revueltas, quien publicó en el número 14 del verano de 1947; José Luis Martínez, en el número 18 del verano de 1948; en el número 22 del verano de 1949, apareció un obituario de José Clemente Orozco; Ermilio Abreu Gómez, de nueva cuenta colaboró en el número 27 de 1951 con “El Popol Vuh. Fragmento ‘Los abuelos’” y con el obituario de Xavier Villaurrutia; y en el último número de Orígenes, el 40 de 1956, Carlos Fuentes colaboró con el célebre cuento “El que inventó la pólvora”. Sin duda de esta participación de Fuentes se explica la aparición de los textos de Lezama Lima en la Revista Mexicana de Literatura. En una carta de octubre de 1958, el cubano le escribe al autor de La región más transparente:

Sí, mi querido amigo Carlos Fuentes, me he leído su novela La región más transparente, y la he encontrado fuerte y deseosa, trepidando en sus símbolos y máscaras. Su lectura me ha entregado diversas consideraciones. Usted, Octavio Paz, algunos cuentistas jóvenes de México, tienen abundancia, tienen nebulosas, tienen eros. Abundancia quiere decir dones; nebulosas, verdadero cuerpo que nace; eros, fuerza suficiente para encontrar y situar de nuevo. Tienen sentido del reverso, es decir, el misterio, la verdadera fuente que se soterra y reaparece expresando. Tienen plomada, es decir, arquitectura de estilo surgiendo del acarreo en y frente a lo temporal. Plomada, lo que los griegos llamaban el logos optikós, lo que es posible con la palabra por un golpe de vista que agrupa y levanta. Tienen fuerza incorporativa, es decir, han hecho un viaje largo para reconocerse la fuerza en la expresión. (citado por Rita Martin “José Lezama Lima: Carta a Carlos Fuentes”)

Revista de la Universidad de México (1930 – actual)
Colaborador

En el número de mayo de 1967, Margarita García Flores publica una entrevista con José Lezama Lima, donde se esboza su complejo sistema poético. En agosto de 1968, Carlos Monsiváis, quien años posteriores sería el enlace entre el cubano y José Carlos Becerra (Gutiérrez Vega, “Carta al poeta…”), publica el artículo “La calle Trocadero como medio, José Lezama Lima como fin”. Ya en octubre, el mismo autor de Muerte de Narciso colabora con la crónica “Temporada en el ingenio”. Asimismo, Carlos Valdés escribe la reseña “¿Es aburrido el paraíso?” en diciembre. Un año después, en el número de octubre de 1969, Lezama vuelve a participar con “Recuerdos de Humboldt” y con “Leyendo en la tortuga”. Por último, en agosto de 1977, aparece de manera póstuma “Diálogos del fanatismo (una entrevista con Jean Michel Fossey)”.

Diálogos (1964-1986)
Colaborador póstumo

En el número 71 de septiembre-octubre de 1976 de la revista dirigida por Ramón Xirau, aparece el poema “El pabellón de la vacuidad”.

Mundo Nuevo (1966-1971)
Colaborador

La aparición de Paradiso se convirtió en la apoteosis de su obra y de su figura como un escritor internacional. En esto, como se sabe, tuvo mucho que ver en particular la admiración de Julio Cortázar, pero también la de Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Emir Rodríguez Monegal, Severo Sarduy y José Donoso, entre muchos otros.

Según Gonzalo Celorio, la relación literaria entre Cortázar y Lezama

Se inicia, como lo registra Blanca Berasátegui, cuando Cortázar lee en París, en 1957, algún número de la revista Orígenes, que llegó hasta 1956 con el número 40, y le escribe a su director para manifestarle su admiración y su agradecimiento por haberle permitido entrar en “un dominio fabuloso de la literatura”. A vuelta de correo, Cortázar recibe un paquete con todos los libros de Lezama hasta entonces publicados… (24)

Cuando Cortázar le envía Rayuela al cubano, éste último, a su vez, le remite el correspondiente volumen de Paradiso, de aquella famosa publicación inicial de la editorial Unión de 1966. Dicho ejemplar, impreso en papel corriente, resguardado hoy en día por la Fundación Juan March en Madrid, según el mismo Celorio, lleva la siguiente dedicatoria:

Para mi querido amigo Julio Cortázar, el mismo día que recibí su magnífica Rayuela, le envío mi Paradiso. Entre Ud. y yo hay un cariño muy grande, sin habernos casi tratado, a veces lo atribuyo al común ancestro vasco, pero otras me parece como si los dos hubiéramos estudiado en el mismo colegio, o vivido en el mismo barrio, o a que cuando uno de nosotros se duerme, el otro vela y lee en la buena estrella.
Pronto le escribo sobre su novela. Venga otra vez por La Habana, todos nosotros lo recordamos y lo admiramos. Y lo esperamos siempre.
Mi mejor abrazo es para J. Cortázar.
Suyo José Lezama Lima (24).

Aquella correspondencia sería imprescindible para la recepción del autor de La expresión americana fuera de Cuba, pues habría de significar el canal por el que le daría la vuelta a la censura del régimen de Castro.

El año 1966 para la historia literaria de nuestro continente fue significativo pues no sólo se publicó Paradiso sino La casa verde de Mario Vargas Llosa, acreedora esta última al Premio Rómulo Gallegos, así como también se fundó la revista Mundo Nuevo. Según Rafael Rojas, Cortázar le escribió al peruano para afirmarle que su novela recientemente galardonada había desbancado la supremacía de El siglo de las luces de Alejo Carpentier, la cual quedaba en el “rincón de los trastos anacrónicos” (“Paradiso, el boom…” 16). “Pero cuando leyó Paradiso, una año después, la estimativa de Cortázar ya gravitaba a favor de la novela de Lezama” (16).

El relato de la reedición del opus magnum del fundador de Orígenes en Ediciones ERA en 1968, donde participaron Julio Cortázar, Cintio Vitier, Carlos Monsivais, Octavio Paz y Emmanuel Carballo, merece todo un abordaje que sobrepasa estas líneas; no obstante, deseo rescatar que gracias a este libro muchos escritores hispanoamericanos, en particular aquellos allegados con la revista Mundo Nuevo, con excepción de Cortázar, que como sabe no colaboró en la publicación, pero que buscó publicar un ensayo sobre Lezama en la misma, empezaron a colocar al cubano en el centro de la literatura hispanoamericana junto a Octavio Paz y Jorge Luis Borges (Cortázar “Para llegar…” 189). Por otro lado, para todos ellos de inmediato fue evidente el gran número de erratas del tiraje original. El consenso casi fue unánime: era necesario gestionar una nueva edición de Paradiso. Cortázar, a pesar de estar alejado por cuestiones políticas de Vargas Llosa y Carlos Fuentes, así como de Rodríguez Monegal, por el supuesto financiamiento de la CIA a Mundo Nuevo, por medio del ILARI, contradictoriamente fue el principal impulsor de esta tarea, pues el régimen de Castro, a través de Casa de Las Américas (donde Cortázar mismo era miembro del Comité de Colaboración junto a Mario Vargas Llosa), ya desde los sesenta comenzó a censurar a Lezama. El hecho de que Paradiso abordara la homosexualidad fue la detonante, así como “su derroche de erudición, por su catolicismo y por su densidad letrada, y que llevó al retiro de la novela de las librerías de La Habana” (Rojas 20).

Cortázar le propone a Lezama, en una carta, publicar un ensayo donde reivindique el libro. Le dice:

Además, quisiera publicar esta “aproximación” a usted en alguna revista importante, pues será un camino más directo para el encuentro de muchos lectores con su obra. Le he escrito a Roberto Fernández Retamar para saber si sería posible hacerlo en “Mundo Nuevo”, revista que habíamos puesto entre paréntesis en la medida en que sus orígenes y su financiamiento nos parecían dudosos. Pero creo que las cosas se han aclarado un tanto por ese lado, y estoy esperando el parecer de Roberto para tomar una decisión; de ninguna manera quisiera colaborar (y sobre todo con un artículo referente a usted) en una publicación que resultara dañosa para la causa de Cuba. Si no se puede contar con “Mundo Nuevo”, buscaré una revista importante de México, como “Diálogos”, o alguna de la Argentina (Cortázar “De Julio Cortázar a JLL”, en Paradiso 843).

Lezama Lima le contesta que no publique el artículo en Mundo Nuevo, pues teme represalias del gobierno. “Sugirió que el estudio del argentino apareciera en la revista Unión, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba” (Rojas “Paradiso, el boom…” 18). Por su parte Cortázar al enterarse del veto impuesto en Casa de Las Américas, le reclama a Fernández Retamar la postura (quien por demás comenzó su carrera literaria en Orígenes). Evidentemente, Retamar no cede, y el ensayo “Para llegar a Lezama Lima” aparece en el libro La vuelta al día en ochenta mundos, en Ediciones ERA en 1967.

Otros autores quienes escribieron sobre la novela, pero en general de la obra de Lezama Lima cercanos a Mundo Nuevo fueron Julio Ramón Ribeyro, Julio Ortega, Mario Vargas Llosa y Octavio Paz (Rojas 22). “Era evidente que la lectura de Paradiso que hizo Cortázar se armó en compañía de su epistolario con Vargas Llosa y Fuentes, y de sus lecturas de Mundo Nuevo y otras publicaciones sobre el boom.”, concluye Rojas (19). En casi todos el contraste siempre fue con Alejo Carpentier, y por si fuera poco Lezama quedaba mucho mejor parado respecto a una nueva estética de la novela hispanoamericana, lo cual generó la polémica de lo barroco vs lo neobarroco con la contraparte de los críticos y escritores afines al régimen de Castro, entre ellos el ya mencionado Fernández Retamar, Portuondo, Marinello, Collazo y Rincón, quienes buscaban imponer a Carpentier y a Nicolás Guillen en detrimento del autor de Muerte de Narciso (Rojas 21). El número de junio de 1968 de Mundo Nuevo, “penúltimo que dirigiría Rodríguez Monegal, fue casi monográfico sobre Lezama” (Rojas 22). En él apareció el ensayo de Sarduy titulado “Homenaje a Lezama”, “Conversación con Lezama Lima” de Armando Álvarez Bravo, “Paradiso en su contexto”, de Emir Rodríguez Monegal y el poema “El coche musical” del mismo Lezama.

EPÍLOGO

José Lezama Lima, a mediados del siglo pasado, alcanzó a generar una fuerza magnética tan poderosa que cautivó y atrajo a las figuras artísticas y literarias más relevantes de nuestra cultura. Su campo magnético, como todas las energías extrasensoriales, poseía, y aún posee, la naturaleza de lo enigmático. La única forma de entenderlo es por medio del ojo de la alquimia y el hermetismo. Lezama Lima, en la Cuba secreta, es lo más parecido a un maestro guardián del arquetipo. Su poder de atracción no se comprendería sin la claridad oscura de su obra, la cual no sólo se somete a la letra escrita, sino en mayor grado a una mística. Todos aquellos que se acercaron a su fuerza gravitacional lo hicieron buscando el misterio de la literatura y las artes que resplandecía, como sol negro, en el pozo sin fondo de sus palabras. No se trata de otra cosa que del “reverso”, del Sistema Poético del Mundo.

En el pensamiento de Lezama “parece caber todo y también lo contrario de todo” (Mataix, La escritura posible…). En su poesía y narrativa esta condición generó un estilo y un tono totalizante, abarcador y por lo mismo inaccesible sin una mirada capaz de asimilar el oxímoron exhaustivo, de ahí la famosa frase “sólo lo difícil es estimulante” (La expresión 37). Pero, también, esta cualidad, como hombre de la literatura, fue el origen de su amplitud de unión. Se volvió el Uno de confluencia de las diferentes fuerzas creativas de su tiempo. Los contrarios tanto en literatura y pintura, como en religión se acoplaron a través de su pontificado , es decir, a raíz de su potencia para “crear puentes”. El oxímoron como lente para interpretar el mundo le posibilitó declararse un “homosexual católico”, un “peregrino inmóvil”; así logró entablar diálogo con lo universal y lo cubano y lo hispanoamericano.

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Alfredo Loera

Alfredo Loera

Alfredo Loera (Torreón, 1983) es Maestro en Literatura Mexicana por la Universidad Veracruzana. Inició sus estudios de literatura en la Escuela de Escritores de La Laguna. De 2009 a 2011 fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas. Publicaciones suyas han aparecido en revistas como Casa del tiempo, Círculo de poesía, Fundación, Pliego 16, Ad Libitum, Este país, Siglo Nuevo. Sus libros son Aquella luz púrpura, (2010, 2017, 2023); Wish you were here, (2019, 2023); Guerra de intervención (2022), disponibles en Amazon como ebook o libro impreso.

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