El hombre todo pudo financiarlo Todo pudo revenderlo y recomprarlo Destruirlo para volver a iniciar procesos numerados Armar restos como viejos juguetes que ha perdido Y esconderlos o encontrarlos O dejarlos abandonados en terrenos baldíos Y volver a localizarlos con la ayuda de dispositivos satelitales. Seguir leyendo
Octaviana
Yo pertenezco al viento donde la flor del limón. de los ocho versos de tu silencio. Seguir leyendo
Lo que me digo
Respiro hondo, me alejo de todas las voces el silencio se confunde con el ruido de los años. Seguir leyendo
Un epígrafe de Joseph Roth
Hace tiempo conocí a un tipo llamado Andreas Kartak que tuvo la suerte de recibir doscientos francos de la nada. Un caballero se le acercó y sin más le entregó el dinero. Andreas por su puesto titubeó un poco; como clochards nos acostumbramos a no confiar en las personas. Pero, amigo, quién puede rechazar tal suma; en especial cuando nos aburrimos de beber las sucias aguas del Sena. El caballero aquel resultó ser devoto de Santa Teresita de Lisieux, y le dijo que lo único que tenía que hacer era devolver ese dinero al cepillo de la santa, cuando pudiera. Los demás nos quedamos azorados ante tal ofrecimiento. Seguir leyendo
INSACIABLE
De pan tu cuerpo y mi hambre de deseo. Las intenciones de la noche solitaria incitan a morderte sin preludio. Seguir leyendo
Gratuidad
Tomarse las cosas muy en serio nunca es bueno. Hacerlo así convierte al mundo en un lugar aburrido y opaco. Yo trato siempre de tener esto en cuenta. Cuando empezamos con los diagramas y los incisos y los requerimientos las cosas empiezan a echarse a perder. Lo mismo ocurre cuando las ideologías y los bandos se meten en el camino. No hay nada mejor que dedicarse a algo sólo por el gusto y la gratuidad de hacerlo. Porque se nos pega la gana. Es cuando verdaderamente las acciones adquieren el sentido. No comprendo a las personas que buscan una justificación para cada punto. Me parece que las justificaciones y compromisos son sólo una manera de complicarse la vida. Un falso laberinto. Seguir leyendo
Sobre películas buenas y malas
Hace algunos días escuchaba en una estación de radio local universitaria un programa “de cine” del cual desconozco su nombre y en el cual participan – al menos durante el tiempo que lo escuché, y por lo que puedo interpretar – dos jóvenes.
En los pocos minutos en los que estuve atento alcancé escuchar al menos cinco títulos de películas de reciente producción. En ese espacio de tiempo los comentaristas hicieron dos o tres aseveraciones que generaron una evocación positiva en mí.
La joven – de voz muy agradable, por cierto- mencionó, en términos muy generales, que hay películas que escapan a ciertos moldes de tiempo y acción, donde la trama es intercalada y que esto hace a una película diferente y de alguna manera “complicada” que de pronto era incomprensible para cierto público. Seguir leyendo
Monólogo con el silencio
A través de la ventana miré algo mío. Cuerpo seco, boca amarga, semilla muerta. Angustia sembrada sobre mi espalda. Llanto de la mirada de la noche Me avergüenzo. Porque no encuentro y miento ahora mismo estoy mintiendo. Seguir leyendo
La escritura de la ficción de Jorge Semprún
Jorge Semprún a lo largo de su obra desarrolla la preocupación por la escritura. Habla de las condiciones en las que se da dicho fenómeno, al mismo tiempo que sus disertaciones son una consecuencia del mismo. En este sentido, Semprún no está tan interesado en la literatura como sí lo está en el proceso de asir la realidad mediante la palabra. Seguir leyendo
¿Poesía? ¿Para quién?
Hace unos días leía el encabezado de un periódico de circulación nacional que lanzaba la pregunta acerca de para quien se escribía la poesía en el país; argumentaba ya la introducción que en el país hay poetas, premios, pero no hay difusión ni un programa de fomento a la lectura efectivo. Que todos: académicos, editores y escritores concordaban en que la escaza distribución era el principal de los males. En ese punto abandoné la lectura (mi licencia lectora me lo permite y yo aplico ese privilegio cuando vislumbro que lo que estoy leyendo continuará de manera insustancial); según un comentario de un conocido el texto efectivamente arrojaba cifras de dinero (cosa que no se debe hacer cuando se habla de poesía pues se lee barato, sin clase) otorgados a los creadores y de la falta de editoriales y la mala leche de las librerías.
Ese texto por irrelevante que fuera tuvo una muy buena pregunta ¿Para quién, o qué, se escribe poesía? Y creo que eso es lo importante, lo de exhibir al gobierno y a las editoriales no resolverá nada. Lo importante es preguntarse por qué razón o en qué tipo de lector se piensa cuando se escribe poesía, cuando la escriben los poetas mexicanos contemporáneos.